Las fuerzas revolucionarias ecuatorianas están en tensión en estos días de campaña electoral por la presidencia nacional rumbo al balotaje del próximo 2 de abril, cuando la población decidirá si agradece una década de prosperidad de la mano de Rafael Correa, o se deja arrastrar por la corriente neoliberal del banquero Guillermo Lasso.
El pasado domingo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de la llamada nación meridiana del mundo realizó un nuevo simulacro nacional, esta vez para incidir en los pasos del proceso de recepción, escaneo y digitación de las actas de escrutinio, en aras de una mayor rapidez y transparencia.
Horas antes de esta prueba nacional, el presidente saliente, Rafael Correa, alertó sobre los planes de la derecha ecuatoriana para, pocos días antes del balotaje, lanzar una serie de mentiras sobre figuras de la política nacional, esta vez supuestamente vinculados al escándalo de la constructora brasileña Odebrecht en la que aparecen involucradas 15 naciones, la mayoría de América Latina.
Lo que pretende la oposición con este movimiento final es tratar de cambiar la decisión del pueblo en las urnas, a pesar de que los indicios dan como ganador a la dupla de Lenín Moreno y Jorge Glas, del oficialista Alianza País, muy por delante del banquero Guillermo Lasso, uno de los personajes más negativos del entorno político ecuatoriano.
Según Correa, “Preparan, para la próxima (esta) semana, una operación con apoyo de cierta Central de Inteligencia, desde Miami, con la señora Karen Holligan, jefa de la CIA en Ecuador y en contubernio con los Isaias (hermanos banqueros, prófugos de la justicia y enemigos confesos del ejecutivo nacional)”, alertó en el programa semanal Enlace Ciudadano, desde Guayas.
La advertencia del mandatario, que logró en una década llevar a su país a prósperos niveles de vida —el llamado “buen vivir”— mediante una economía de inclusión social, pretende captar la atención de los votantes sobre eventuales informaciones manipuladas acerca de las investigaciones de Odebrecht en Ecuador.
Aunque precisó que la oposición ha perdido tanta credibilidad que nadie les hace caso, otros llamados anteriores de atención de Correa, sin embargo, se han cumplido.
Analistas consideran que una lista oficial de posibles involucrados en los negocios ilícitos de la constructora en Ecuador resulta improbable, pues el gobierno de Brasil mantiene un acuerdo de confiabilidad con la firma hasta junio próximo, en tanto Estados Unidos (metido en el escándalo al ser usado para lavado de dinero) continúa sus investigaciones.
A no ser que, dada las relaciones entre Washington y la derecha, decidan lanzar acusaciones, falsas o verdaderas, sobre personalidades de Alianza País y con ello perjudicar, aunque sea por salpicadura, a los postulados de ese partido izquierdista.
El pueblo ecuatoriano conoce, por la transparencia con que ha dirigido Correa, que su gobierno trabaja para que la constructora brasileña le entregue directamente la lista de posibles comprometidos en tráfico de influencias a cambio de grandes sumas de dinero, para luego comenzar una investigación en serio, si es que concretan nombres.
La realidad indica, a pocos días de las elecciones presidenciales, que el binomio Moreno-Glas (ambos han sido vicepresidentes del mandatario saliente) posee (siempre según encuestas, algunas manipuladas, como es habitual en estos lances), una ventaja amplia sobre los opositores Lasso-Andrés Páez. Un sondeo de la derecha de Cedatos, sin embargo, declaró un empate técnico entre los dos contendientes y una ligera ventaja de Lasso, de la alianza Creo-Suma, quien promete en su campaña el retorno a la economía neoliberal.
Algunas encuestadoras, supuestamente imparciales, apuntan a una clara victoria de Moreno en torno a 15, 16, 18 puntos sobre votos válidos. Ello equivale a un millón y medio o más de boletas por encima de la dupla opositora.
La realidad es más sólida que las investigaciones preelectorales. La pasada semana, alrededor de 140 alcaldes y más de 250 concejales del país entregaron al candidato oficialista un manifiesto de respaldo en la segunda vuelta.
A pocos días de la liza, el presidente de la Asociación de Municipalidades del Ecuador (AME) y alcalde del cantón Yaguachi (Guayas), Daniel Avecilla, ratificó que trabajarán con un ejército de militantes en sus cantones para lograr el triunfo electoral de Alianza País.
La batalla por la presidencia en Ecuador es de suma importancia para el futuro, no solo de la nación meridiana sino también para el resto de Suramérica y Latinoamérica en su conjunto, pues reafirmaría al gobierno progresista que dirigió Correa una década.
Si la izquierda latinoamericana pierde Ecuador —como ya pasó el pasado año con Argentina y Brasil— seria un duro golpe para la estabilidad progresista continental, ya que la balanza se inclinaría de nuevo a favor de una derecha que retornaría a una etapa política ya superada e implantaría de nuevo modelos neoliberales con su carga de empobrecimiento y estancamiento social, económico y cultural.
La primera ronda electoral constituyó —a pesar de las actuales reservas sobre el próximo día 2— una gran victoria para Alianza País, pues Moreno quedó en el primer lugar, los miembros de ese partido ocupan la mayoría de los escaños parlamentarios y la consulta popular sobre los políticos con cuentas en el exterior obtuvo la mayoría con el 55 % de los votos válidos.
Moreno tuvo un fuerte respaldo en provincias de la sierra y la costa, y en las grandes ciudades; resultó victorioso en 15 capitales provinciales, incluyendo las tres principales (Quito, Guayaquil y Cuenca).
De ganar la presidencia, se consolidaría una corriente que mantiene vivos los principios humanísticos de procesos políticos pacíficos, formados por los pensamientos más preclaros de esta época en la que el hombre es el centro de las preocupaciones políticas.
Por eso Correa insiste en sus recientes intervenciones en no dejar brechas en la votación, incluso para evitar una reacción desmedida de los perdedores que, ya desesperados, aún antes de los comicios, plantean la posibilidad de fraude por Alianza País.
A la segunda vuelta están convocados más de 12 896 691 ciudadanos, que el pasado febrero dieron la victoria a Moreno (39,3 % contra 28,19 de Lasso), pero insuficientes para el 40 % necesario para alzarse con la presidencia en primera vuelta.
A su favor, el aspirante de la izquierda posee como telón de fondo su contribución personal a los logros de la Revolución Ciudadana y un discurso que alienta a retornar a ese espacio a determinados grupos políticos que se fueron alejando del gobierno central, aunque sin renunciar a sus posiciones progresistas.
Los próximos días serán decisivos en Ecuador, pues a pesar de los éxitos espectaculares del proceso político ecuatoriano tampoco puede obviarse que ciertos grupos de electores —como pasó en Argentina— no son agradecidos y olvidan rápidamente qué ocurría en el antes desestabilizado país que expulsó de la presidencia al menos a tres dignatarios por corrupción.
Para un determinado nada despreciable grupo social, no precisamente de derecha, los tres últimos años han sido difíciles para Correa y para la nación.
Polémicos proyectos, como la ley de herencia y plusvalía en el 2015, que desencadenaron masivas protestas populares contra el gobierno —obligado a retirarla— la pérdida de la alcaldía de Quito, en un proceso en el que el mandatario se involucró personalmente, la baja en los precios del petróleo y de otras exportaciones, y su incidencia económica aunque la población no sufrió en sus bolsillos, unido al terremoto de gran magnitud de 2016, pueden crear la duda en los votantes,
En las urnas estará la verdad de los resultados de esta batalla para que no se pierdan los logros de la Revolución Ciudadana y el futuro de un país que goza de un prestigio internacional gracias a la dignidad y la valentía de su antiimperialista presidente.
América Latina y el Caribe en su totalidad estarán atentos.
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