Si las fuerzas militares surcoreanas fueran plenamente autónomas, como desea la mayor parte de la población, se pudiera pensar que son inofensivos los actuales ejercicios militares con Estados Unidos y que Pyongyang exagera al sentirse amenazado. Pero el tema y cuanto entraña perdieron la virginidad hace demasiado tiempo.
La historia, incluso si la manipulan, suele dejar huellas suficientes como para extraer la verdad. En sus páginas hay evidencia de que en 1998, el entonces presidente del sur, Kim Dae Jung, hizo un fuerte intento para tener mayor capacidad decisoria con respecto a los norteamericanos que tomaron esa parte del país al término de la Segunda Guerra Mundial.
La Unión Soviética, que se adentró en iguales fechas en la otra mitad de la península, dejó pronto ese territorio en manos de sus moradores y los líderes guerrilleros que estuvieron luchando por liberarse de los ocupantes japoneses. Era de esperar que Washington hiciera algo similar a lo promovido por Moscú, pero no fue así. Allí continúan sus bases y durante décadas, salvo etapas como la citada, los periódicos ejercicios bélicos con el sur, ensayaron diversas formas de ataque contra el norte.
Tras los notables entendimientos entre Kim Jong-un y Moon Jae-in y las evidencias de voluntad norcoreana a través de varios gestos, era de suponer innecesaria -o contraproducente- cualquier maniobra si, por demás, se ejecutaron unas similares hace solo cuatro meses y el pasado año hubo la mayor concentración de medios y soldados norteamericanos en operaciones de alta envergadura.
Se precisa aclarar que no es poca ni inocente cosa. Los ejercicios conjuntos “Max Thunder” son un ensayo para una posible invasión del territorio vecino con naves modernas que incluyen bombarderos estratégicos B-52, portadores de munición atómica.
Solo días antes de que comenzaran, ante interrogantes de periodistas locales, un asesor de la presidencia en el sur estimó que si se alcazaba la deseada paz intercoreana, no era necesario mantener las bases estadounidenses ni sus 30 mil efectivos. No tardó en emitirse un desmentido oficial en Seúl y declaraciones similares desde el Pentágono.
¿Acaso tropezó el presidente Moon con parte de los estamentos internos o exteriores que se oponen a un saludable cambio? Los desenlaces atañen a la región, pero pueden afectar también al resto del mundo si no se consigue un final satisfactorio.
Otro ángulo determinante proviene de un personaje como John Bolton. Alguien con suficientes pruebas anteriores de inopia y agresividad, como para inquietar a cualquiera. El principal asesor de seguridad nacional norteamericano participante de las fallidas negociaciones a seis bandas (2003-2007), dijo ahora que Estados Unidos quiere la desnuclearización unilateral de Corea del Norte siguiendo el "modelo de Libia". El impacto ante la grosera oferta, hizo que en el comunicado norcoreano se expusiera: “Ya fuimos iluminados sobre la calidad de Bolton en el pasado, y no escondemos nuestros sentimientos de repugnancia hacia él”.
La sugerencia de repetir la destrucción física, moral y política acaecida en el país norafricano tras los bombardeos occidentales de hace siete años, es, como afirma el comunicado difundido por la agencia KCNA, “una iniciativa tremendamente siniestra para imponer sobre nuestro Estado el destino de Libia o Irak” que se sometieron ciegamente a las grandes potencias.
En efecto, entre el 2003-2004, Muamar Kadafi, procedió a eliminar el programa de desarrollo nuclear que su gobierno había iniciado, dando por buenos los halagos de quienes después le asesinaran. Algo no idéntico, pero equivalente, le ocurrió a Sadam Hussein.
De por sí la cancelación del acuerdo nuclear con Irán, -el más grave entre los rescindidos por Donald Trump- y el desprecio hacia todo cuanto esté más allá de sus interesadas narices, mostrado esta vez al trasladar la embajada norteamericana hacia Jerusalén, son hechos que colocan en cero la credibilidad del mandatario y un país donde con tanta facilidad es posible deshacer pactos multilaterales.
La advertencia norcoreana sobre la posible suspensión del encuentro Kim-Trump, previsto en Singapur para el mes entrante, promovió que las autoridades surcoreanas se comprometan a “coordinar estrechamente las posiciones de los países a través de varios canales” (…) y asegurar que la cumbre “se realice exitosamente bajo el espíritu del respeto mutuo”, afirma un despacho de Yompac.
Al propio tiempo, el diario japonés Asahi, publicaba informaciones sobre una exigencia de EE.UU. a Corea del Norte, hecha –se supone- por el secretario de estado Mike Pompeo, para que Pyongyang envíe varias ojivas nucleares y materiales afines, así como un misil balístico intercontinental a un sitio no definido. La noticia, repetida por la agencia británica Reuter, añade dudas y recelos a los muchos existentes en un proceso que marchaba a buen ritmo pero ante el cual queda abierto un irregular suspenso.
Participando por estos días de un festival en Cannes, el cineasta norteamericano Spike Lee, calificó la de su país como una democracia de m…estiércol. Los últimos acontecimientos corroboran el lapidario criterio.
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