Jubiloso en compañía de su par polaco Andrzej Duda, de visita en Washington, el presidente de los estadounidenses, Donald Trump, anunció este junio el despliegue en aquella nación del Este europeo de un nuevo contingente de tropas estadounidenses que se unirán a los 3 500 efectivos ya acantonados de forma rotativa en suelo polaco junto a un batallón multinacional de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.
El nuevo grupo de militares gringos, dijo eufórico el anfitrión, será enteramente subvencionado por las autoridades de Varsovia, que ya ofrecieron en mayo de 2018 pagar a la Casa Blanca dos mil millones de dólares por aposentar permanentemente en el país a una división norteamericana, en una base a la que desean bautizar como Fort Trump, en un “bello y familiar gesto” que el ocupante de la Oficina Oval, tan modesto él, atribuyó por entero a la iniciativa de su par polaco.
En el caluroso encuentro bilateral, propicio además para recordarle a otros miembros de la OTAN cómo Washington desea que sean sus “aliados”, el magnate-presidente anunció el encargo por Varsovia de más de una treintena de aviones furtivos Made in USA de nueva generación F-35, “los mejores del mundo”, dijo, aunque (obvió lógicamente la observación) vulnerables frente a los sistemas de misiles rusos S-400 y el novedoso S-500.
Toda una posición diametralmente opuesta (la de EE.UU.) a su amenaza de aplicar severas sanciones contra otro socio otanista, Turquía, por su pactada adquisición de baterías de S-400 rusos, a lo que se añade además el veto a Ankara como posible cliente para los ya mencionados “vanguardistas” aparatos F-35.
De manera que todo apunta a que Polonia sigue inclinada, como muchos de los ex países socialistas “occidentalizados”, a transformarse en entusiasta punta de lanza especialmente ligada a los planes hegemonistas a las puertas de las fronteras rusas, más allá de si tales acciones, sustitutivas de un factible diálogo constructivo entre vecinos inmediatos, posicione a la nación polaca como un blanco seguro del aparato defensivo del Kremlin y candidata a la primera lista de víctimas europeas si Washington se decide por un enfrentamiento militar generalizado contra aquellos a los que identifica como sus “principales oponentes globales”.
No pocos se preguntan si los riesgos no son demasiados como para pensar dos veces qué actitud asumir frente a un conflicto que nada tiene que ver con los verdaderos intereses nacionales, pero sin dudas los resabios históricos y las visiones de un “aliado super poderoso” bajo cuyas alas cobijarse, a veces conspiran contra la lógica.
Por lo pronto, el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, señaló que tales pasos resultan “contraproducentes y no contribuyen a la estabilidad y el fortalecimiento de la seguridad regional”, y añadió que frente a semejante escenario “nos vemos obligados a tomar medidas de respuesta y debemos estar preparados para neutralizar las posibles amenazas militares en todas las direcciones”.
Y Rusia, ciertamente se alista, y los que gustan exagerar y manipular para sembrar fantasmas y atizar temores y odios, no pueden ocultar la realidad de que esa decisión sí obedece a garantizar la solidez de su seguridad nacional, porque, se sabe, Washington trabaja desde hace mucho en el cerco a Moscú y Beijing.
Tal despliegue estratégico suma las invasiones gringas en Asia Central y Oriente Medio bajo el pretexto de guerra antiterrorista, las exigencias a sus socios de la OTAN de mayor colaboración y más gastos bélicos, la salida unilateral del tratado suscrito décadas atrás con la extinta URSS sobre prohibición de misiles de corto y medio alcance, las continuas incursiones de buques y aviones militares en los mares adyacentes a Rusia y China, y la expansión por el Viejo Continente y Asia de los componentes de su denominado escudo antimisiles, entre otras artimañas.
En el caso ruso, según destacaba el presidente Vladímir Putin, una de las respuestas ha sido la reorganización de las fuerzas armadas nacionales y el desarrollo acelerado de armamentos más eficientes e incluso únicos, como los misiles hipersónicos y los sistemas de defensa contra ese tipo de pertrechos.
“El nivel de modernización de nuestros ejércitos ha llegado a un 82 por ciento en las fuerzas nucleares estratégicas, a un 74 por ciento en las Fuerzas Aeroespaciales, a más del 60 por ciento en las fuerzas aerotransportadas y en la Armada, y a casi al 50 por ciento en las fuerzas terrestres”, dijo a mediados de mayo último el jefe del Kremlin.
“Adicionalmente, en los últimos años Rusia ha invertido enormes cantidades de recursos en el desarrollo de armas hipersónicas”, precisó, para cuya detección y destrucción todavía “no existe sistema de defensa alguno que pueda hacerles frente”, algo que sin dudas “preocupa mucho” a los que sueñan con el chantaje bélico y pueden llegar a creer que Rusia sería una “presa fácil”.
Ulises
18/6/19 16:06
Y sigue Trump con sus ideas maquiavelicas calentando el mundo, pero contra Rusia el cuento es diferente porque alli si estan cuerdos y preparados, siempre lo han estado.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.