Tal como se preveía, los candidatos Gustavo Petro, de Colombia Humana e Iván Duque, del Centro Democrático, se medirán en balotaje por la presidencia de Colombia, tras una considerada histórica jornada, ya que por primera vez compitieron políticos de opuestas tendencias políticas.
Con el 99,70% de las mesas escrutadas, de acuerdo con la Registraduría Civil, Duque (1976), del derechista Centro Democrático, logró 7,5 millones de votos, ( 39,13%), Petro (1960) de centroizquierda, obtuvo 4,8 millones (25,09%).
Ninguno de los dos postulados alcanzó el 50% más uno de las boletas necesarias para asumir en primera ronda el Palacio de Nariño, por lo que volverán a medirse el próximo 17 de junio, luego de tres semanas en la que intentarán atraer el capital de votos de Sergio Fajardo (1956), de Coalición Colombia, quien ocupó el tercer lugar con 4,5 millones del sufragio (23,7%), más los remanentes del resto de los tres partidos perdedores.
Los colombianos se asomaron a una lucha por dos modelos de país: el que pretende mantener Duque, representante de los intereses de los conservadores, y Petro, que ofrece la esperanza de una nación diferente, de igualdad social, economía sostenible, educación gratuita, políticos honestos.
Estos comicios se realizaron en un escenario diferente a los celebrados en los últimos 50 años, pues se desarrollaron en medio de la implementación del proceso del Acuerdo de Paz, que disolvió las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC), firmantes del Acuerdo de Paz con el gobierno del saliente Juan Manuel Santos en noviembre de 2016.
Otro elemento significativo es que en este tope electoral quedó atrás la habitual abstención de la ciudadanía, pues según las cifras oficiales acudió a las urnas el 53,6% de los habilitados, es decir, 19 628 564 colombianos de unos 36 millones convocados debido, según observadores, a la posibilidad de escoger entre candidatos de distintas tendencias políticas, sin el antiguo monopolio derechista.
Petro, ex alcalde de Bogotá, de centro-izquierda tendrá que trabajar muy duro para subir su porcentaje, al igual que Duque, ahijado político del exmandatario y actual senador Álvaro Uribe, creador de las milicias paramilitares y reticente al Acuerdo de Paz con las guerrillas.
En un ambiente de calma que no refleja las preocupaciones de las últimas horas, cuando el saliente presidente Juan Manuel Santos anunció la entrada de Colombia como socio global a la OTAN, transcurrieron los comicios, en los que el electorado suscribió ideas de postulados que no responden a la tradicional élite gobernante.
Analistas consideran que quienes votaron por Sergio Fajardo debían hacerlo en el balotaje de manera masiva por Petro, quien representa una visión de futuro del país, con programas de esperanza para una ciudadanía hastiada de la corrupción y el narcotráfico que comprometen a la clase política oligárquica.
Su discurso, su programa de unidad nacional, su carrera política sin tachas, garantiza, según expertos, que si no gana estas elecciones, lo hará en 2022, pues varias personalidades coinciden en que, si obtuviese la victoria, el gobierno de Duque, manejado por Uribe, será un desastre para el país.
Ha sido feroz la manipulación en contra del ex alcalde bogotano por parte de los medios hegemónicos –en manos de los tres hombres más ricos del país-, que lo acusan de convertir a Colombia en una nueva Venezuela. Sabido es que Santos, Premio Nobel de la Paz, dirige maniobras contra la vecina nación, incluso, por su tono guerrerista, una agresión bélica.
Para analistas, la clave del éxito de uno u otro contendiente dependerá mucho de los discursos políticos de los próximos días, en el entendido de atraer los más de cuatro millones de votos de Fajardo, de la Coalición Colombia, tercer colocado en los comicios y que la lógica política indica que no puede apoyar a Duque pues significaría el fin de su carrera política.
En un discurso después del escrutinio, Fajardo dijo que los votos obtenidos por Coalición Colombia reflejan que el pueblo precisa de políticos con programas nuevos, con mensajes en los que pide cuidar del país, sin permitir que la violencia vuelva a renacer, sin ser enemigos y vivir en tranquilidad.
Este candidato representa la posibilidad de una vuelta de tuerca para desalojar a la derecha del Palacio de Nariño, que tradicionalmente gobernó esta nación suramericana de 60 millones de habitantes. De su decisión dependerá que Colombia retroceda o salga adelante en un nuevo escenario.
Duque, según se espera, basará su discurso para la segunda vuelta en el miedo a las transformaciones estructurales planteadas por Colombia Humana, y a sus proyectos de integración latinoamericana que traicionó Santos, ex ministro de defensa de Uribe, cuando se integró en el Grupo de Lima contra Venezuela y ahora a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Esas fuentes consideran que Duque, considerado un títere de Uribe, evitará posiciones extremas respecto a la implantación de los acuerdos de paz –que dejará a su mentor-, pues una gran parte de la ciudadanía, en especial la juventud, desea un país pacífico.
En esta recta final para el balotaje, el postulado de Centro Democrático no se lanzará contra la paz, se espera, pero si gana la presidencia, prometió cambios en el sistema judicial de manera que los miembros de ese partido no sean juzgados, al contrario de los pertenecientes a las antiguas guerrillas.
Dentro de tres semanas, Colombia decidirá si sigue en la oscuridad de la derecha, que situó al país en el lugar más desigual del mundo, o se lanza al futuro con visión de unidad e integración latinoamericana.
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