Washington y el resto de sus aliados lo comprenden perfectamente: con Rusia y el tema de la reabsorción de Crimea y Sebastopol por la madre patria originaria, el “asunto ucraniano” se les fue definitivamente de las manos.
Y en este episodio parece cumplirse para los hegemonistas el punto de vista del indispensable historiador cubano Ramiro Guerra, cuando en su obra La expansión territorial de los Estados Unidos, sentenció que los conquistadores “nunca han reconocido más ley que su propio interés, ni han fijado otro límite a sus depredaciones que el que les ha impuesto la fuerza de sus adversarios.”
Porque es más que evidente que el país que se va formando luego de los devaneos y las traiciones que siguieron al derrumbe de la Unión Soviética en las postrimerías del pasado siglo, nada tiene que ver con el proyecto de muñeco de trapo diseñado por el “occidente vencedor” con respecto a su viejo “oponente comunista.”
Rusia, sencillamente, tiene, como toda nación, intereses claves que defender a brazo partido y, la seguridad de sus fronteras ante los claros embates injerencistas y hegemónicos de los “socios” del otro lado de la cerca es uno de los más caros.
Y puede hacerlo, además porque -por suerte también para el resto del mundo- constituye, junto a otros Estados emergentes, uno de los pivotes globales contra la unipolaridad imperial.
Tampoco ha dejado de ser una potencia militar de primera línea, ni su economía es de las más vulnerables del orbe. Es más, apretar demasiado los ariques contra Moscú puede ser contraproducente para algunos de los que acompañan a los Estados Unidos en su cruzada contra el Kremlin, toda vez que tienen una elevada dependencia con respecto a los energéticos rusos.
De ahí que en medio de la alharaca por “sancionar” y desprestigiar a Moscú, haya gestionado Gran Bretaña nuevas y masivas compras de gas ruso para su consumo nacional, en tanto Alemania se mostró partidaria de no elevar mucho más el tono de la controversia, por aquello de que los combustibles del gigante euroasiático le son también vitales.
En cuanto a Washington, todo indica que más allá de amenazas y algunos pasos airados, el ataque al episodio de Crimea y Sebastopol se pretende proyectar esencialmente en el terreno de la política y la diplomacia, impulsando una campaña de adicional satanización contra las autoridades rusas, para lo que pretende retóricas condenatorias en los organismos mundiales y, de paso, instando a sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, a gastar nuevas sumas en armas y ser más entusiastas en las aventuras militares gestadas por el principal socio del cónclave belicista.
En pocas palabras, el gobierno norteamericano intenta sacar alguna lasca a un episodio que lo único que objetivamente significa, es la restitución a un país de un espacio geográfico que le pertenecía cuando aún los Estados Unidos balbuceaba como nación independiente, y que fue cedido a Ucrania en el contexto de una progresista unión multinacional de pueblos hoy inexistente.
Por lo demás, las actuales condiciones de crisis económica capitalista (comenzó en 2008 y persiste aún), no les confieren a Washington ni a sus aliados europeos un peso tan trascendente como para golpear de manera decisiva a un gigante como Rusia, con otras áreas del planeta con las cuales pueden ampliar benéficos lazos.
No se puede olvidar que Moscú integra junto a China, Sudáfrica, Brasil y la India el llamado Grupo BRICS, con un peso creciente en la esfera económica mundial, al tiempo que fortalece en particular su cooperación y su comercio con Beijing, al que ha ofrecido suministrar todo el combustible que requiere el coloso del Oriente, aspirante a convertirse en dos años en la primera potencia económica del orbe a cuenta de desplazar a los Estados Unidos a un rotundo segundo plano.
De manera que en este contexto, y sin caer en la ilusión de que en la larga porfía por la equidad y la justicia los hegemonistas resultan simples “tigres de papel”, la realidad es que, aún con fuerzas y malas intenciones, los viejos colmillos de los poderosos tienen sus definitivas caries.
La reabsorción de Crimea y Sebastopol:colmillos mellados
Para Occidente aquello de pretender golpear a Rusia tiene mucho de imagen...
2 comentarios
351 votos
senelio ceballos
1/4/14 13:42
Hola Nestor!!..NO CREO QUE EN SU FRASE.. que Ucraina se les fue de las manos a los OTAN,,,no, no creo eso..ah!!! que cruzaron la raya ROJA de la paciencia rusa ..es otra cosa No creo tampoco.. que el "tigre de papel"...Tenga los colmillos con caries..Ud sabe cuantas bases militares rodean a rusia actual..mas de 400 grandes y mas de 1000 en puntos de control y chuquitos monitoreos... Sencillamente Rusia ..hizo lo que tenia que hacer..PONER FRENO!!!HOY SE SUPO AQUI.. que las oficinas de la OTAN en moscu fueron cerradas y las oficinas de Rusia en la OTAN..las mandaron a cerrar..Estaban alli mas de 10 annos seguidos..incluso estuvieron abiertas cuando KOSOVO fue bombardeado por la OTAN mas de 2 meses seguidos!! Nestor..mejor hablamos de JATIBONICO!!!
mirta arocha martinez
1/4/14 7:57
Buen dia desde venezuela
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