Por: Martha Andrés Román
Estados Unidos impone desde hoy tarifas del 25 por ciento a productos chinos valorados en 200 mil millones de dólares, mientras representantes de ambos países buscan aplacar las crecientes tensiones y lograr un acuerdo comercial.
Hace pocos días parecía que la tregua pactada entre las dos naciones tras meses de enfrentamiento podría convertirse en un cese permanente de los ataques comerciales gracias a la cercanía de un acuerdo bilateral, pero la aplicación de estos nuevos aranceles coloca una nube negra sobre tales expectativas.
De forma sorpresiva el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció el pasado domingo que subiría del 10 al 25 por ciento los impuestos sobre las mencionadas mercancías chinas, y amenazó además con imponer iguales gravámenes a otras estimadas en 325 mil millones de dólares.
Productos como teléfonos celulares, computadoras, ropa y juguetes serán particularmente golpeados por la subida de los gravámenes, ante lo cual expertos advierten que los consumidores norteamericanos podrían lidiar con precios más altos.
El gobernante estadounidense, quien atribuyó la medida a que las negociaciones iban muy lentas y acusó a Beijing de dar marcha atrás, confirmó en la tarde de ayer desde la Casa Blanca que aumentaría los aranceles.
Tales pronunciamientos se realizaron a pesar de que este jueves retomaron el diálogo delegaciones de ambos países encabezadas por el viceprimer ministro chino Liu He; el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer; y el secretario del Tesoro de este último país, Steven Mnuchin.
La mansión ejecutiva estadounidense informó que las conversaciones continuarán este viernes, pero diferentes fuentes creen que todavía es difícil determinar si las partes podrán superar las diferencias mostradas en los últimos días. Ante la entrada en vigor de los aranceles más altos, China dijo que lamenta profundamente la decisión de Washington y agregó que tomará las medidas de respuesta necesarias.
El Ministerio de Comercio del gigante asiático indicó en una breve declaración que esperaba que Estados Unidos pudiera encontrarse con ese país a medio camino y resolver el problema a través de la cooperación y la consulta.
LOS RIESGOS ECONÓMICOS Y POLÍTICOS
De acuerdo con la televisora CNBC, la postura de Trump de continuar adelante con las tarifas implica el riesgo de ampliar una guerra comercial que asusta a los inversores y aumenta el temor sobre el daño económico mundial.
Expertos consideran que las dos naciones eventualmente llegarán a un trato, pero existen preocupaciones sobre el efecto que puedan tener los aranceles a largo plazo y el modo en que marcarán la relación económica bilateral.
Trump ha dado señales mixtas sobre la posibilidad del acuerdo, pues ayer manifestó que aún era posible lograrlo y celebró haber recibido una carta del presidente chino, Xi Jinping, en la cual lo llamó a trabajar juntos; pero al mismo tiempo repite que la falta de un pacto no sería un problema para Estados Unidos.
El jefe de la Casa Blanca señala como algo positivo que con la imposición de las tarifas las arcas del Gobierno estadounidense reciban unos 100 mil millones de dólares al año, los cuales afirma que son 'pagados principalmente por China'.
Pero los economistas consideran que gran parte de esa suma será costeada por empresas y consumidores del territorio norteamericano, como ocurre con los gravámenes anteriormente vigentes, según han indicado algunas compañías.
Según el portal digital Politico, el jefe de Estado está convencido de que la economía norteamericana puede soportar aranceles aún más elevados a China, y cree que las tarifas perjudicarán más a la nación oriental que a su país.
Sin embargo, economistas de Wall Street alertan que la estrategia podría incitar una guerra comercial costosa y descarrilar la economía doméstica justo cuando el mandatario se enfoca más en la campaña para buscar la reelección en 2020.
La escalada de su lucha comercial con China es una gran apuesta para un gobernante que constantemente promociona la creciente economía y el mercado de valores como evidencia del éxito de su presidencia, apuntó el medio.
Asesores cercanos a la Casa Blanca indican que enfrentar a China es bien visto políticamente en los estados del llamado cinturón industrial que llevaron a Trump a la mansión ejecutiva en 2016, y afirman que cualquier impacto económico de los impuestos será de corta duración y no incidirá en el crecimiento de esos territorios.
Pero muchos analistas llaman a eso una ilusión y advierten sobre las consecuencias si Beijing toma medidas de represalia con aumentos directos de precio en gran variedad de bienes.
¿Cómo responderá el consumidor si todo lo que compran en la tienda por departamentos de repente sube un 25 por ciento? ¿Qué tipo de reacción política vendría como resultado de eso? Las consecuencias podrían ser muy significativas, estimó Torsten Slok, economista jefe de Deutsche Bank Securities.
A su vez, el sitio digital The Hill recordó que aunque los republicanos se han mostrado ampliamente a favor de la postura de Trump hacia China, algunos legisladores de ese partido están cada vez más impacientes y frustrados por el elevado costo de la guerra comercial.
Esas frustraciones son más agudas en los estados afectados por los aranceles de represalia sobre los productos agrícolas norteamericanos, y eso representa un riesgo para la estrategia de reelección de Trump, particularmente en el Medio Oeste, señaló la publicación.
Para el diario The Wall Street Journal, incluso si las dos naciones terminan por llegar a un acuerdo, la pregunta a plantear parece ser si la integración económica mantenida por las dos mayores economías del mundo en las últimas décadas logrará sostenerse.
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