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viernes, 22 de noviembre de 2024

América Latina: Consideraciones inevitables

La escalada derechista en Argentina y Venezuela impone pensar y hablar con claridad...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 14/01/2016
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No es de dudar que para mucha gente resultaron inusitadas sorpresas la actual presencia en Buenos Aires de un gobierno de la derecha neoliberal, y la estructuración en Caracas de un poder legislativo oligárquico, entre otras cosas, porque no pocas veces las visiones triunfalistas y los mitos de irreversibilidad coartan toda indispensable percepción objetiva de lo que acontece.

Vicios que tampoco deberían obstaculizar un serio análisis de la izquierda regional sobre ambos temas, toda vez que- está demostrado- ni la derecha interna ni sus impulsores externos han abandonado la idea de retrotraer la historia mediante todos los métodos y mecanismos posibles. Porque los poderosos- es una verdad absoluta- nunca cederán de buen grado sus privilegios.

Y en lo que respecta al intento de desmonte de las experiencias progresistas latinoamericanas hay de todo.

En Argentina, por ejemplo, la guerra mediática resultó eficaz para desdibujar la obra de un gobierno popular y entronizar infundadas esperanzas en un borroso discurso opositor que aludió a un pretendido “cambio” sin mayores explicaciones.

Mientras, en Venezuela, las nefastas consecuencias de la guerra económica y los errores de conducción se constituyeron en una sumatoria fatal a la hora de la disputa en las urnas.

Y es que, por una parte, a la derecha y sus promotores, que han perdido los gobiernos pero no una buena parte de sus poderes, no le faltan recursos para engatusar, incluso a aquellos que, beneficiarios de las propias transformaciones positivas en sus respectivas sociedades, olvidan la historia y el pasado reciente, y pasan a identificarse con los paradigmas de los opulentos a los que creen podrán igualar o imitar algún día.

A ello se suman también –con especial y destructiva incidencia- las debilidades y devaneos de la propia izquierda, que terminan por rasgar la eficacia y la eficiencia de actuación que deben asegurarle creciente credibilidad y aceptación.

Y hablamos de una historia repetida, en la cual las entidades progresistas, en la misma medida en que se institucionalizan y jerarquizan, corren el riesgo de desligarse de las bases, transformarse en élites, y asumir falsas creencias de infalibilidad y de dominio absoluto de la verdad, dejando de prestar oídos a la realidad cotidiana y a las inquietudes, aspiraciones y observaciones del resto de la sociedad.

Todo con la agravante de que, al mismo tiempo que no toman en cuenta la inteligencia, la creatividad y las demandas del pueblo, se proclaman sus promotores, defensores, guías y representantes por antonomasia, y por tanto supremos garantes de una democracia participativa ya objetivamente desdibujada, donde la abulia, el desencanto y el desinterés son hechos nocivos de elevada extensión.

De manera que corregir y salvar los entuertos hoy a la vista en América Latina con relación a sus esfuerzos progresistas, reclama el asumir que el enemigo sigue ahí, y que hará todo lo posible por desbancar cada transformación positiva con el uso de los aplastantes medios que todavía tiene a su alcance.

En segundo lugar, demanda de los revolucionarios analizarse y sanearse constantemente por dentro con total y genuina decencia, apertura y humildad, de manera de no poner jamás en tela de juicio la integridad, la limpieza y la eficacia de los procesos de transformación en marcha, procurando siempre la consulta más diáfana con las bases en un tú a tú que excluya toda desviación paternalista o arrogante.

Por demás, es de esperar que la propia conducta altanera y soez que ya caracteriza a la actuación derechista oficial tanto en Argentina como en Venezuela, se encargue también de abrir las entendederas adormecidas o desviadas, y de reiterar la verdad de que oligarquía e imperio no son alternativas para el real avance del Sur de nuestro Hemisferio.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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