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lunes, 18 de noviembre de 2024

A garrotazos

Los grupos derechistas que controlan la política externa norteamericana siguen apostando a golpear a Rusia...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 01/10/2017
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Tropas estadounidenses-derrotar a Rusia
El Senado de EE.UU. aprueba un presupuesto militar de millones de dólares.

Eso resulta al menos lo que acaba de confirmar la reciente denuncia de la embajada de Moscú en los Estados Unidos acerca de la divulgación digital de un manual facturado por el Departamento de Defensa, en el cual se establecen los pasos “para derrotar a Rusia en un conflicto bélico”.

Según la sede diplomática, el citado documento ha aparecido en numerosas redes sociales, e incluso su texto puede ser descargado de forma íntegra.

Para el encargado de prensa ruso en Washington, Nikolái Lajonin, resulta inconcebible que semejante legajo, bautizado con el nombre de Manual de Guerra de Nueva Generación contra Rusia, y confeccionado en diciembre de 2016, no solo plantee la posibilidad de acciones armadas contra su país, sino que además muestre que alguien dentro de las altas esferas norteamericanas pueda pensar que en una conflagración entre ambos colosos alguno resulte vencedor.

Como afirmó en cierta ocasión el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, no habría sobrevivientes en caso de un enfrentamiento militar bilateral.

Y justo lo que irrita a los hegemonistas Made in USA es que existan rivales internacionales con el suficiente poderío como para crear obstáculos insalvables a sus deseos de apoderarse del planeta y manejarlo a su antojo.

 De ahí que desde los tiempos de la existencia de la Unión Soviética, y hasta nuestros días, el gigante euroasiático, acompañado ahora de China, se hayan convertido en obsesiones perennes para los impulsores de un mundo unipolar.

De hecho, hace casi tres años atrás, en diciembre de 2014, el Congreso norteamericano fue capaz de aprobar la titulada Hig Resolution 758, por la cual se presenta oficialmente a Rusia como un peligro global, y se “condenan firmemente las acciones de Moscú, bajo la presidencia de Vladímir Putin, que ha aplicado una política de agresión contra países vecinos con fines de dominación política y económica”.

La base esencial de esta proclama, virtual anuncio de una “ruptura de hostilidades”, tuvo como epicentro el golpe de Estado derechista en Ucrania, y el hecho de que la población de la estratégica península de Crimea decidiese retornar a ser parte de Rusia, en tanto las poblaciones del Este ucraniano se negasen a someterse a las autoridades neofascistas de Kiev.

Y es que para Washington —vale repetirlo— la llamada por algunos analistas “resurrección de Rusia”, luego del descalabro soviético y los años de caos bajo la jefatura de Boris Yeltsin, resulta una pesadilla inadmisible, porque, en verdad, con la dirección de sus nuevas autoridades, Rusia ha recompuesto sus poderosas fuerzas armadas, enderezado su rumbo económico, elevado su potencia general, y se ha convertido en un actor primordial en el complicado escenario mundial de nuestros días, apegándose de lleno al respeto a la autodeterminación de los pueblos y la necesidad de establecer un planeta multipolar.

Así, el avance occidental imperialista hasta Ucrania ha sido detenido, Crimea es hoy una plaza de Rusia, y Moscú está batiendo, junto a sus aliados de Irán y Siria, a los terroristas del Estado Islámico y Al Qaeda que bajo el ala hegemonista intentaban materializar el plan imperial de “reestructuración” de Oriente Medio y Asia Central a favor del dominio occidental y sionista.

Por demás, Rusia ha extendido su influencia y cooperación positivas por numerosos puntos del orbe, minando en consecuencia la política expansionista gringa de establecer control omnímodo sobre patios foráneos.

Y lo real y amargo para los belicistas es que, podrán en su locura desatar la apocalipsis contra Moscú, pero ciertamente jamás lograrán festejarlo sobre las añoradas ruinas ajenas.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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