En Cita con Ángeles, el cantautor cubano Silvio Rodríguez logra concatenar dos de los hechos que más han conmocionado al mundo en las últimas décadas: el golpe de Estado al presidente constitucional de Chile, Salvador Allende, y el atentado a las Torres Gemelas, en la ciudad de Nueva York, ambos ocurridos el 11 de septiembre, aunque de distintos años.
Y no solo lo hace de forma poética, sino, además, alude a la causa que originara ambas desgracias: el terrorismo de Estado, ese gran flagelo que golpea a la humanidad y no le ha dado descanso desde hace mucho más de medio siglo.
Dice la estrofa del fundador de la Nueva Trova: Septiembre aúlla todavía/su doble saldo escalofriante. /Todo sucede un mismo día/gracias a un odio semejante. /Y el mismo ángel que allá en Chile/vio bombardear al presidente, /ve las dos torres con sus miles/cayendo inolvidablemente.
El golpe de Estado al Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, no por ser menos publicitado resulta menos atroz, aunque el atentado terrorista que le ocasionó la muerte a 2996 personas aquel mediodía del 11 de septiembre de 2001 realmente fue una conmoción a nivel mundial, de la que, quizás, los Estados Unidos de Norteamérica no se han recuperado del todo.
Salvador Allende aspiró a construir en Chile el socialismo por la vía pacífica, y desde que llegó al poder el 4 de noviembre de 1970, tras haber aspirado a la presidencia en varias ocasiones, inició un amplio proceso de transformaciones que le ganaron el odio de la oligarquía chilena y el imperialismo norteamericano.
Fueron meses de incesante hostilidad y asedio, hasta consumarse, aquel 11 de septiembre de 1973, el artero golpe de Estado de Augusto Pinochet, que condujo a la muerte del propio Allende y a la entronización de una dictadura fascista que duraría décadas.
Las últimas horas del presidente constitucional de Chile fueron trágicas y heroicas. Por un lado, el bombardeo inmisericorde al palacio de La Moneda, sede del gobierno, y por el otro, la actitud digna de Allende, quien a sus 65 años asumió con valentía la defensa de sus derechos constitucionales hasta caer mortalmente herido y, con ello, dar una bella muestra de altruismo y apego a sus ideales emancipadores socialistas.
Su último mensaje al pueblo resultó todo un canto de esperanza y confianza en el futuro: “Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!”.
Casi treinta años después de esos sucesos, el 11 de septiembre de 2001, ocurre el atentado a las Torres Gemelas. Doloroso y espeluznante espectáculo del choque de los dos aviones contra los enormes rascacielos neoyorkinos, quienes envueltos en llamas cedieron y se derrumbaron ante una multitud negada a creer lo que sus propios ojos veían. Igual, o semejante, a lo que pasó en el resto del mundo.
Después aparecerían miles de versiones acerca de las presuntas causas y sus autores materiales, cuyo principal dedo acusador recayó en Osama Bin Laden y Al Qaeda, lo que sirviera como pretexto para desatar una guerra a muerte contra el terrorismo, cuyo único resultado ha sido la reproducción, a menor o mayor escala, de hechos semejantes en diversos países del mundo.
Sobrevino el síndrome 11-S y toda una secuela, que incluyó convertir la Base Naval de Guantánamo, ilegalmente ocupada a Cuba, en cárcel internacional y centro de torturas, unido a las agresiones a Irak, Siria y otros países.
Todavía del 11-S se seguirá hablando por muchos años. También habrá que seguir hablando del otro 11 de septiembre que trajo el fascismo a Chile y tronchó un proceso democrático llegado al poder por la vía electoral.
Fidel estuvo en Chile y lo recorrió de punta a punta durante casi todo un mes. Pocos lugares le quedaron por visitar del angosto país, y en casi todos dejó escuchar su verbo ardiente. Amigo personal de Salvador Allende supo aquilatar sus virtudes y le brindó toda la ayuda posible para hacer avanzar el proceso revolucionario de aquel hermano país del cono sur.
Han pasado 45 años del golpe de Estado a Allende y de su heroica muerte en combate, y 17 del atentado a las Torres Gemelas. Como dijo Silvio, todo sucedió el mismo día, gracias a un odio semejante, ese mismo odio del terrorismo que aún perdura, como también perdura el ejemplo del presidente chileno.
Fidel, en el centenario de Allende, cuyo nacimiento había ocurrido el 26 de junio de 1908, en Valparaíso, escribió una hermosa Reflexión que tituló: Salvador Allende, un ejemplo que perdura.
Allí expresó, del amigo y de la ayuda brindada por Cuba: “El 11 de septiembre de 1973 muere heroicamente defendiendo el Palacio de La Moneda. Combatió como un león hasta el último aliento.
”Hay mucho que decir todavía sobre lo que estuvimos dispuestos a hacer por Allende, algunos lo han escrito. No es el objetivo de estas líneas.
”Hoy se cumple un siglo de su nacimiento. Su ejemplo perdurará”.
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