Según la historiografía occidental, Wifredo Lam es el más universal de los artistas cubanos. Sus trabajos se cotizan cada vez más en el mercado, cientos de miles de dólares, algo improbable para un niño mestizo que naciera en diciembre de 1902, en una ciudad de provincia, en Cuba.
Este año se cumple el 115 aniversario del natalicio del genial pintor, grabador dibujante, escultor y ceramista. El Centro de Arte Contemporáneo que lleva su nombre inauguró una muestra de homenaje —Wifredo Lam iluminado por dentro— abierta al público hasta el 17 de febrero de 2018. Se ubicó en la planta baja de la institución, cuyos especialistas concibieron el tributo desde la fotografía y el cine.
Instantáneas y audiovisuales conforman la muestra, que testimonia la presencia de Lam en la Isla, en compañía de amigos, artistas e intelectuales cubanos, en las aperturas de varias de sus exposiciones, o en su estudio de trabajo. También se exhiben fotografías de la serie Homenaje a Lam (1981), de Mario Díaz, en las cuales vemos al pintor vanguardista antillano en el ocaso de su vida.
Lam fue el precursor de una pintura mestizada, hija del modernismo occidental y las culturas afrocaribeñas. Muy joven realizó un intenso periplo por Europa, donde aprendió de los maestros de las vanguardias artísticas, y sufrió las convulsiones bélicas de entonces.
Regresó a Cuba en 1941. Después de casi 20 años de ausencia se maravilla por la belleza del Caribe, la intensidad de la luz, así como con la santería y otras religiones sincréticas caribeñas. Aquí encontró el camino que distinguiría su obra en el mundo hasta lograr —lo dijo en una entrevista— “actuar como un caballo de Troya del cual saldrían figuras alucinantes, capaces de sorprender y perturbar los sueños de los explotadores”.
En sus óleos y temperas de entonces, recupera géneros y temas clásicos como el paisaje, o las naturalezas muertas, pero con un aliento muy experimental. Durante esta etapa pinta en papel su obra más famosa, La Jungla, que pertenece al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) desde 1945.
La exposición homenaje fue curada por José Manuel Noceda e incluye una serie de diapositivas realizada por Víctor Manuel Cabrera con instantáneas de Raúl Corrales, y los documentales Wifredo Lam (Humberto Solás, 1979), En la encrucijada de los mundos y En busca de la unidad perdida (ambos de Fabrice Maze, 2010) y Polvo de átomo (2009), dirigido por Seven Doc y Barbro Schultz Lundestam.
Mediante las instantáneas de Tito Álvarez, Eddy López y Arrate, entre otros, vemos pasajes de la vida profesional de Lam, mientras pintaba una sección de Cuba colectiva, mural realizado durante el Salón de Mayo de 1965; en la inauguración de alguna muestra suya; o en plena acción creativa.
También se atestigua la vida cultural de entonces, el intercambio de experiencias entre Lam y otras personalidades de la cultura nacional como Fernando Ortiz, Mariano Rodríguez, Alicia Alonso, Raquel Revuelta, Amelia Peláez, Gina Cabrera…
En una entrevista de 1980 Wifredo Lam dijo: “… siento como si el sol se me metiera por los ojos y me iluminara por dentro”. Este homenaje sencillo y hermoso rinde honores merecidos al maestro de la plástica que supo aprehender la claridad y los mitos del trópico, y luego devolvernos todo en su obra radical e inquietante.
Lam conversa con el escritor Alejo Carpentier (Foto: Tito Álvarez/Fotocreart) .
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