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jueves, 21 de noviembre de 2024

Museo de Artes Decorativas: la magia de un Patrimonio (+Fotos)

A su medio siglo de vida, el Museo Nacional de Artes Decorativas atesora una de las mejores colecciones de arte europeo y oriental de los siglos XVIII y XIX. Cubahora les ofrece un recorrido en imágenes por sus corredores...

Yeneily García García en Exclusivo 19/01/2014
10 comentarios
Museo de Artes Decorativas 00
El Museo de Artes Decorativas cumplirá 50 años próximamente. (Yander Alberto Zamora de los Reyes / Cubahora)

Imagínese dentro del lujo más exquisito, en una casa que a veces recuerda a un palacio en miniatura y otras a un laberinto de espejos en los que —al contrario de los de las ferias—, se ve una imagen mejorada de uno mismo. Una casa donde se puede soñar a ser princesa de cuentos de hadas, donde se puede jugar a ser reina.

Imagíneselo y luego vaya al palacete del Vedado que hoy ocupa el Museo Nacional de Artes Decorativas y verá sus expectativas colmadas.

Antiguo hogar de María Luisa Gómez Mena, condesa de Revilla Camargo, una de las fortunas más grandes de la Cuba prerrevolucionaria, pronto la mansión nobiliaria cumplirá 50 años desde que en julio de 1964 se abriera al público como vitrina de una de las mejores colecciones de arte europeo y oriental de los siglos XVIII y XIX.

Más de 30 000 piezas guarda hoy el museo, que en sus inicios se fundó con los artículos que la condesa, mujer de mundo, reconocida mecenas y coleccionista de refinado gusto; acumuló en su residencia, para luego extender sus fondos a través de donaciones y adquisiciones.

Cubahora quiso adelantarse a las celebraciones y estuvo en los predios del suntuoso edificio, —que recibió más de 29 500 visitantes en 2013—, y pudo atestiguar la magia que se respira en sus corredores y jardines, como si la nostalgia se hubiera asentado en ellos, favoreciéndolos con su halo.

ANTIGUO ESPLENDOR DE UNA MANSIÓN

Para quienes gusten de seguir árboles genealógicos y pedigrís, María Luisa Gómez Mena Vila, la antigua propietaria del 502 de la Calle 17, esquina a E, pertenecía a una de las familias más acaudaladas del directorio social habanero.

Los Gómez Mena tomaron una fortuna proveniente principalmente de la trata negrera, y después la ampliaron a través del comercio y la banca, con lo que llegaron a ejercer gran influencia en la política de la isla, al punto de ostentar puestos en los gabinetes de varios presidentes de la República.

Entre sus más famosas posesiones —llegaron a tener más de 500 casas e inmuebles— estuvo la Manzana de Gómez, galería de tiendas y oficinas en la cual encontró la muerte uno de los integrantes de la familia: Andrés Gómez Mena, a manos de un relojero catalán en defensa del honor de su esposa.

María Luisa, hija de Andrés Gómez Mena y Eugenia Vila Pérez, casada con el rico industrial español Agapito Cagiga, conde de Revilla Camargo, pasó a habitar la casa unos diez años después de su construcción, entre 1924 y 1927, cuando el habitante original, su hermano José, pasó a residir en los terrenos cercanos al Miramar Country Club, por aquel entonces zona “in” para la alta burguesía habanera.

Según cuenta Gustavo López, subdirector técnico del museo, la condesa encontró adecuada esta residencia para albergar su extensa colección de arte francés y oriental de los siglos XVIII y XIX.

“Los planos se le encargaron a una firma francesa, pero la construyeron arquitectos cubanos. Todo se hizo con materiales importados de Francia e Italia. Los mármoles, todo vino importado, desde la verja del exterior, hasta los adoquines que vinieron de Bélgica. Lo único que se usó como material cubano fue la madera para la carpintería interior, que se hizo de caoba, y, aun así, toda la talla se hizo en Francia y luego se ensambló aquí”.

María Luisa Gómez Mena vivió en su palacete hasta 1959, cuando se marchó del país y dejó a su sobrino a cargo del patrimonio familiar. Dos años después, en 1961, precisa López, este también emigra y abandona la casa, que pasa al Estado cubano.

Después de varios años se decidió convertirla en museo, destinado a conservar, estudiar y exhibir los tesoros acumulados por su aristocrática exdueña. Así, un palacio de cuento de hadas que sirvió de escenario para recepciones en honor a personalidades, como los duques de Windsor, la duquesa de Alba y los condes de Barcelona; en las décadas de 1940 y 1950, abrió sus puertas a visitantes que quizá nunca esperaron poner sus pies en tan lujosa vivienda.

MEDIO SIGLO DE UNA JOYA

 “El museo comenzó con las colecciones de la condesa —nos cuenta Gustavo—, que eran principalmente de arte francés: mobiliario, porcelana, bronce y algo de textiles de los siglos XVIII y XIX. Porque ella era una fanática del periodo de los ‘Luises’”, comenta refiriéndose a los soberanos de Francia, Luis XV y Luis XVI.

“También tenía una importante colección de porcelana china de determinadas familias, como rojo coral o el turquesa; y coleccionaba muebles chinos como una mesa que se exhibe en la sala de lacas chinas, una mesa japonesa del siglo XVIII y algunos biombos.

”Poseía una colección de abanicos, de orfebrería, no solo francesa, sino de diferentes países europeos; todo ello junto con piezas de diferentes manifestaciones que conformaron la apertura de museo como tal”.

La naciente institución fue llenando sus vacíos con elementos provenientes de las colecciones del conde de Jaruco y Oscar Cintas, y la de Elena Fernández de Guevara, quien a finales de los 80 donó un importante legado de miles de piezas al museo en aquel momento.

“En la planta baja tenemos el vestíbulo, el salón principal, el de lacas chinas y el comedor;  considerado este último como una exposición permanente, aunque una vez al año cambie la vajilla”, enumera López.

“Al subir la escalera tenemos toda la galería donde se exponen piezas de porcelana francesa, alemana y la colección de art noveau y arte decó, el Salón de Sévres, el Salón Inglés; el Boudoir, ambientado al estilo del Segundo Imperio Francés; el Salón Neoclásico, que era el antiguo dormitorio de la condesa; el ecléctico; el oriental, que resume un poco las piezas más importantes de las colecciones de este arte, y finalmente el baño, que rompe un poco con el estilo de toda la casa, hecha al estilo francés, desde el rococó hasta el neoclásico; pues está hecho al estilo decó: la nota más contemporánea que tiene la casa en cuanto a arquitectura”.

Con dos salas de exposición transitoria: una en la saleta y otra en una de las galerías, el museo se propone exhibir en este, el año de su aniversario 50, varias muestras externas, tanto de artistas cubanos como de otros países.

“Acabamos de cerrar una expo de artesanía japonesa y ya montamos una perteneciente a nuestros fondos, en la que mostraremos cristales de Baccarat, una de las manufacturas más famosas del mundo, que todavía hoy sigue funcionando y de la cual tenemos importantes piezas de los siglos XIX y XX, exhibidas este fin de semana”, apuntó el especialista.

Al preguntarle sobre los servicios que ofrece el museo, contestó que son varios, entre ellos la búsqueda de información en la biblioteca, visitas dirigidas solicitadas en la entrada o por teléfono, y ya más abierto al público se organizan actividades culturales todos los meses, junto al alquiler de salones para actos oficiales y eventos sociales.

“La institución sigue siendo el cuartel general del Grupo Habana Déco y la sede de Bonsái Habana, que va a auspiciar este año una Bienal Internacional de ese arte para el mes de agosto, festejando los 50 años del museo”.

Cuando lo interrogamos sobre qué era lo que más se destacaba entre las salas y los miles de objetos preciosos que en ellas se conservaban, López ladeó la cabeza y confesó que eso sería difícil.

“En cada una de las salas te encuentras algo importante. Entras al vestíbulo y hallas los dos grandes cuadros del francés Hubert Robert, piezas únicas en el mundo, compradas para la casa cuando la Maison Jansen la decoró. Si vamos al salón principal hay una serie de pinturas del siglo XVIII y muebles de un alto valor, junto a una alfombra tejida en 1722, que conservamos sobre el piso.

”Si vas al comedor es otro nivel de atracción por la propia estructura de las paredes, recubiertas en mármoles italianos, con bronces traídos de un palacio francés por la Maison Jansen, junto con los tapices y los muebles.

”En los salones de arte oriental existen piezas que los visitantes de esa región nos dicen que en su ciudad no las hay. El secretaire, hecho por el ebanista de Henri Riesener para la reina María Antonieta, es la gran joya de nuestra colección de mobiliario, y solo se hicieron poco más de 30 piezas similares.

”En el baño están las lámparas de Sabino, que se hicieron especialmente para la casa. Son piezas que no existen en otro lugar y constituyen exponentes únicos, no solo para Cuba sino para el mundo. Esto singulariza el museo. Es lo que lo hace un centro único. Cuando la gente llega no saben lo que van a encontrar y se topan con un mundo diferente, un acercamiento a piezas que a lo mejor habían visto en un documental o en una revista, o que nunca se imaginaron que pudieran ver en Cuba.

”Lo más importante es haberlas mantenido, haberlas estudiado, haberlas conservado y poderlas seguir exhibiendo durante 50 años, concluyó”.

Vista del Salón Oriental (Foto: Yander Zamora/Cubahora)

Vista general del Salón Neoclásico, que cuenta con mobiliario de la época Luis XVI, dos candelabros de bronce mercuriado, realizados por el famoso escultor Clodion, los que descansan sobre dos consolas neoclásicas con tapas de mármoles italianos.(Foto: Yander Zamora/ Cubahora)

Guerrero samurái japonés del siglo XIX en el Salón Oriental (Foto: Yander Zamora/Cubahora)

Vista superior de la escalera del vestíbulo (Foto: Yander Zamora/ Cubahora)

Secretaire, hecho por Henri Riesener, que formó parte del mobiliario personal de la reina María Antonieta en Versalles y una de las joyas de la colección del Museo.(Foto: Yander Zamora (Cubahora)

Mesa del comedor, que exhibe vajilla manufacturada en Meissen, Alemania.(Foto: Yander Zamora/Cubahora)



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Yeneily García García

Lectora voraz y artista frustrada, enamorada desde siempre del periodismo de Agencia y ejerciéndolo con plenas facultades desde 2008.

Se han publicado 10 comentarios


dinavaz
 6/2/14 1:33

Muy hermoso, en verdad, Felicidades por preservar estas joyas...en mi pròxima visita a La Habana, no dejarè de visitar este Museo de Artes Decorativas.

Waldemar Igor Molina Kirsch desde FB
 21/1/14 11:29

Soy marchante de arte moderno y eso me gusta

Marlen Ruiz Velazco desde FB
 21/1/14 9:06

Yo conozco una mujer hermosa, uruguaya,que es la guía perfecta para ese museo ,ella y sus alumnos sabemos de quien se trata y en efecto es una maravilla el Museo ,muy hermoso.Ya solo nos faltan 10 meses para regresar a visistarlo.Un beso a la maestra y a todos los chicos de Direccion de Arte.

Carmen Lopez desde FB
 20/1/14 8:50

Me fascina!

Nenita Bartolome desde FB
 20/1/14 8:47

grandioso como hermosoas las pequena cosas nuestras

Liúdmila Ruiz desde FB
 20/1/14 8:47

Belleza inigualable, viva cuba

Jesus Carrillo Bohorquez desde FB
 20/1/14 8:46

CUBA es un museo hermosas cosas contienen sus museo donamos una colección de arte moderno a mi amada cuba de mi amigo el pintor virtual mexicano GERARDO GALINDO .

Minerva Perez Padron desde FB
 20/1/14 8:45

Son patrimonio y belleza de mi Cubita mi tierra linda

Livia
 19/1/14 10:47

Una joya con valor patrimonial que tenemos el deber de conservar y el derecho a disfrutar. Las fotos son geniales!

Mary
 19/1/14 10:39

Hermosísimo!!

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