Era precisamente el Día de Reyes el único en el cual los esclavos tenían la autorización de sus amos para abandonar excepcionalmente su condición de bestias de tiro y dedicarlo a la recreación. Así, esa fiesta de la liturgia católica se fue nutriendo de las danzas y rituales de los hombres y mujeres, provenientes de diferentes pueblos africanos, que llegaron a Cuba en la terrible condición de esclavos. No obstante, con el devenir de los años, las fechas cambiaron y el carnaval habanero terminó por establecerse en los meses de julio y agosto.
UN CRONISTA NARRABA LAS FIESTAS
La descripción de Ramón Meza en “El Día de Reyes”, publicado en La Habana Elegante (9 de enero de 1887) permite una idea bastante precisa de lo que fueron aquellas fiestas: “Desde los primeros albores del día, oíase por todas partes el monótono ritmo de aquellos grandes tambores, hechos de un tronco ahuecado y cubiertos por un extremo con un parche de cuero de buey que se templaba a fuego. Los criados abandonaban las casas muy de mañana; y de las fincas cercanas a la población acudían las dotaciones; unas atestando los vagones traseros del ferrocarril; otras hacinadas en las carretas que conducían los enormes barriles de azúcar; y no pocos a pie”.
La pasión por el baile y la música era como la lava desbordada de un volcán.
“Todos corrían a incorporarse a sus cabildos respectivos que tenían por jefe, generalmente, al más anciano de la tribu o nación a que pertenecían”.
“En el centro del corro bailaban dos o tres parejas, haciendo las más extravagantes contorsiones, dando saltos, volteos y pasos, al compás del agitado ritmo de los tambores. La agitación y la alegría rayaban en frenesí”.
“A las doce del día la diversión llegaba a su apogeo. En las calles de Mercaderes, Obispo y O´Reilly era una procesión ininterrumpida de diablitos. Todos se encaminaban a la Plaza de Armas”. Luego entraban al patio del Palacio, donde repercutía por muchas horas la cadencia del pique y repique de los cueros, acompañados por cantos de brillante cromatismo melódico.
Una escena típica del Día de Reyes fue la de “matar la culebra”,baile de pantomima con alto simbolismo ritual. Un grupo de esclavos llevaba a cuestas por las calles habaneras, un enorme culebrón, hecho de tela y papel, de varios metros de largo, y se detenían frente a las casas donde les daban aguinaldo o gratificación. La escena representaba la muerte de la culebra. Unían las voces en un coro de variados registros, con ritmo acompasado que iba adquiriendo dinamismo a medida que la letra exigía que el baile entrara en acción: “Mírale lo sojo/ que parecen candela./ Mírale lo diente/ que parecen filé. Tendida la culebra en el suelo, danzaban alrededor con un canto de intenso ritmo: “La culebra se murió,/ ca-la-ba-són,/ son-són…”.
Eran fiestas de un intenso colorido, de bulliciosa alegría y desfiles callejeros que evocaban lo auténtico de las etnias a que pertenecían en su continente natal. Agrupados por naciones, asociaciones o cabildos, resumieron en celebraciones jubilosas escenas y ritos africanos, en ese Día de Carnaval de los Negros,como muchos dieron en llamar al Día de Reyes.
Este conjunto de personajes posee significados contrastantes en el rango que abarca el costumbrismo, aunque predomina su contenido litúrgico y mitológico. La riqueza de sus evoluciones, la expresividad de su lenguaje danzario son una síntesis del folclor, uno de los raigales definitorios de la cultura cubana.
carlosvaradero
18/8/14 11:14
Porquè ya no se transmite el carnaval habanero por la tele, tal como sucedia antes??
Kike
16/8/14 14:09
Suena genial, me han hablado mucho de cuba y me encantaria poderles visitar en unos pocos años.
Saludos!
carlosvaradero
12/8/14 10:28
Uno de los mayores atractivos que siempre tuvo el carnaval en cuba fuè la eleccìon de la Reina del carnaval y sus damas de honor, luego devenidas en Estrellas y Luceros del Carnaval.
Todo este proceso de selecciòn constituia en si una celebraciòn previa al carnaval.
Luego de la desapariciòn de esta tradiciòn de elegir cada año una estrella y seis luceros que presidian los festejos, los carnavales en Cuba, fueron perdiendo brillo y lucidèz y nunca volvieron a ser verdaderos carnavales, para convertirse en fiestas populares, donde el pueblo iba a tomar cerveza y comer pan con lechòn, se fuè perdiendo asi lo relevante del carnaval como espectaculo..
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