Sólo podemos imaginar el asedio –en el buen sentido de la palabra- al que tuvo que hacer frente Juan Carlos Tabío cuando se hizo pública la noticia de su Premio Nacional de Cine, otorgado hace apenas dos semanas por un jurado de sus pares, ellos mismos figuras imprescindibles de esa industria nacional que junto al propio Tabío han ayudado a crecer.
Amigos, conocidos, admiradores, discípulos y por supuesto la prensa, todos querían felicitarlo y arrancarle alguna que otra declaración sobre este reconocimiento, concedido en atención a sus innegables aportes al desarrollo del llamado Séptimo Arte en Cuba, con películas que han influido en generaciones de espectadores, quienes han seguido su carrera y sus obras desde la oscuridad de una sala de cine o la comodidad del hogar.
Fue una sorpresa, dijo cuando se lo comunicaron. Algo que viene con los años, aseguró más adelante. Sin embargo, quienes hemos crecido, primero riendo y luego entendiendo su forma de contar, sabemos que este Premio no fue casualidad ni algo que tenía que suceder de acuerdo con una cierta cantidad de hojas arrancadas a un calendario.
Considerado uno de los más lúcidos e influyentes directores de cine de su tiempo, Tabío nos ha entregado piezas maestras del humor criollo como Se permuta (1983), Plaff (1988), Lista de espera (1999) y Guantanamera (1995), esta última en colaboración con Tomás Gutiérrez Alea “Titón”, binomio al que también se debe uno de los hitos de la filmografía cubana: Fresa y Chocolate (1993).
A más de dos décadas de distancia de su estreno, esta cinta todavía tiene el privilegio de ser el único filme cubano nominado a un Premio Oscar y continúa dando de qué hablar por su valiente tratamiento de la actualidad en la Cuba de finales de la década de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado: una sociedad que sin saberlo se hallaba al borde de un dramático proceso del que saldría irreversiblemente cambiada.
De su trabajo posterior el público recuerda con mucho cariño sus largometrajes Aunque estés lejos (2003), El cuerno de la abundancia (2009) y El dulce amargo de la desesperación, un cuento del filme coral Siete días en La Habana (2011), donde demuestra esa peculiar y tan distintiva manera de trabajar con el humor como un filtro a través del cual analizar la realidad y las actitudes; y en las que se las arregla para llegar al espectador que ríe y se siente reflejado en sus personajes, a ratos absurdos, a ratos inequívocamente reales, mientras evolucionan por la pantalla conmoviendo con sus desventuras y alegrías.
Cubahora tuvo el privilegio de sostener una breve conversación con Tabío, donde nos habló sobre el humor como recurso para narrar, su relación con Titón y el cine como vía de expresión de generaciones.
—Tuvimos la oportunidad de entrevistar a varios miembros del Jurado que le otorgó el Premio y todos coincidían en señalar como algo distintivo en su quehacer la utilización del humor como medio de reflexión sobre la realidad, cuestiones sociales, tradicionales… ¿Lo decidió así porque a través del humor se pueden decir más cosas, quizá sin herir tanto, o porque es un lenguaje que los cubanos conocemos muy bien?
—El humor no puede ser producto de una "decisión. Cuando el humor se persigue, no se alcanza. No creo que a través del humor se puedan decir más cosas, simplemente se dicen de forma diferente, ahora, ¿"sin herir tanto"?, las dos únicas películas del ICAIC que continúan prohibidas en la televisión cubana son "Alicia en el pueblo de Maravilla" y "Guantanamera", dos comedias.
—Tuvo una primera época muy fructífera como documentalista, ¿nos puede hablar un poco de esos primeros años y del trabajo del ICAIC en sus primeros tiempos?
—En realidad yo no hice tan buenos documentales. En los años 60, el ICAIC, como todo el país, se encontraba en estado efervescente. Cuando aquello no existían escuelas de cine, y fue a través del documental que iniciamos un proceso de aprendizaje, de acercamiento a nuestra muy cambiante realidad.
—La relación con Titón comienza desde bien temprano en su carrera en el cine hasta lograr una relación de trabajo ideal, demostrada en Fresa y Chocolate y Guantanamera. ¿En ese trabajo a cuatro manos, hasta dónde llegaba Tabío y terminaba Titón, o era una simbiosis de pensamiento? ¿Cómo fue ese trabajo conjunto?
—Titón y yo no establecimos una estrategia en el sentido de "tú te ocupas de esto, yo me ocupo de lo otro", sencillamente el trabajo fluyó sobre la práctica, quizás como tú dices "una simbiosis de pensamiento". Es que hacía como treinta años que veníamos conversando de lo humano y lo divino.
—Para muchos Fresa y Chocolate es el gran éxito del cine cubano, a poco más de 20 años de su estreno, ¿Cómo la ve Tabío? ¿Cuánto ha cambiado, en su opinión, el cine hecho en Cuba desde 1993?
—El cine es parte de la realidad y va cambiando con ella. La continuidad es una suma de rupturas, digo, eso me parece. Cada nueva generación trae consigo sus propios intereses y su propio lenguaje.
—Usted en una entrevista una vez dijo que El cuerno de la abundancia sería quizás su última película, pero volvió a dirigir un cuento en la reciente 7 Días en La Habana y un documental sobre la figura del Cimarrón, ¿qué tiene que tener una historia para que lo atrape y quiera contarla en imágenes? ¿Le queda algún proyecto que quisiera filmar?
—Sí. "El cuerno..." quizás sea mi última película, de largometraje, quiero decir. A mí siempre me costó muchísimo trabajo dirigir una película. Cuando terminaba la filmación, quedaba como para ingresar en la sala de politraumatizados del "Calixto García". Y ya tengo 70 añitos. ¿Qué tiene que tener una historia para que me atrape?, no sé, me imagino que cualquier historia siempre será un pretexto para decir las cosas que uno quiere decir.
—Puede comentarnos sobre este Premio Nacional, la significación que le concede...
Bueno, agradezco profundamente a todos los organismos de cultura que me nominaron, por supuesto al jurado que me lo otorgó, un jurado formado por un grupo de amigos muy queridos y admirados por mí, lo que me hace más entrañable este premio. Por otra parte, estas son cosas que nos va trayendo el almanaque.
Juan Carlos Tabío, considerado uno de los más lúcidos e influyentes directores de cine de su tiempo.
OSCAR MENDEZ
26/3/14 8:44
muy bueno el cine cubano aqui en uruguay lo estan pasando desde hace poco vi una pelicula muy buena creo se llama estacion y ni q hablar de fresa y chocolate
Miriam Gomez desde FB
25/3/14 12:14
buenísima películas
Cristina Blaiotta desde FB
25/3/14 11:10
En CUBA no solo hay muy buen CINE, sino muy buenas escuelas, universidades, y todo lo que se refiere al arte en si. Porque aqui nunca tenemos noticias de alli. Solo se critica la politica
Clara Hernandez Herrera desde FB
25/3/14 10:43
Se lo merece muy buen director de cine cubano, mis felicitaciones
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