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viernes, 22 de noviembre de 2024

Rumba cubana…tenía que ser

Según recogen archivos nacionales, la rumba nace en zonas rurales de Matanzas y en los barrios de la Habana, donde vivían los descendientes de los esclavos africanos...

Dorisbel Guillén Cruz en Exclusivo 17/11/2016
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Le escuché a una especialista de música en cierta planta radial del centro de país, que para hacer timba cubana había que nacer en Cuba, estudiar en un colegio especializado de la Isla y crecer con esta mezcla de ritmo en la piel, siempre a flor. Parafraseo sus palabras a propósito de un ritmo que marca nuestra identidad, y más allá de esto, autentifica el legado de nuestros ancestros, por suerte, muy bien anclados en la mixtura cubana de todos los tiempos.  

Cuba es inconcebible sin su música. Ajiaco de esencias y deidades. Puente intercultural hasta Europa, Asia, África y las dos Américas. Un fenómeno de gestación en que fueron urdidos una suma de variantes y estilos que se reformulan y condimentan el ajiaco de lo que somos.  Razas, religiones, idiomas que desembocan en tendencias musicales, que mantienen su toque cubano en la avalancha de la modernidad.

En todo esto palpita y se autentifica la rumba criolla. Y es que la música cubana resulta inseparable de esa llama que destila baile, canto, pantomima y en cuyo ardor se gesta la melodía.

GESTACIÓN DE UN RITMO

Siglo XVII, tiempos de colonia. Entre cañas se cuece la desdicha y el amor patrio. El Sol consuma las nostalgias y el viento húmedo las aquilata en el Caribe.

Cuando cae la noche se enervan los corazones, y a punto de cuatro tumbadoras, un voz se empina hasta el éxtasis. Los negros bailan su suerte y el barracón catapulta los redobles hasta las afueras, contagia los trapiches, despierta el azúcar en los surcos nutridos por las manos negras, y se pierde en la habitación de alguna señorita blanca, nacida en Cuba.

Principios de 1980, un ritmo marca el compás de lo criollo. Bendice la unión de tradiciones importadas del continente africano con otras de origen español, francés o asiáticas. Llora, en cambio, la esclavitud de los hombres.  

 GORJEOS DE RUMBA

Según nuestros archivos, la rumba nace en zonas rurales de Matanzas y en los barrios de La Habana, donde vivían los descendientes de los africanos. Allí los movimientos corporales de los Bantú y de los Sara (de Nigeria), se conjugaban en un baile. Las piezas llegaron a Cuba en la voz de los africanos que los colonos hacían desembarcar en este pedacito de América, para venderlos como mano de obra. Sin embargo, algunas estructuras musicales y poéticas del naciente complejo sonoro, son de origen español.

La rumba cubana es seductora por excelencia. Las parejas bailan sueltas y de manera desinhibida, ¡todo un acto de conquista!; pero más dulce que aquella en que fue sumida la patria siglos atrás.

PRIMEROS PASOS RUMBEROS

Aunque este género se practicaba en secreto, la fiesta acontecía a todo tamborA finales del siglo XIX empezó a emerger pero sin gran público. La bibliografía pasiva al respecto, documenta que la rumba se consideraba inmoral debido a varios prejuicios relacionados con su origen y los movimientos sensuales que proponía.  El baile asociado a la fertilidad, fue tomando auge. Poco a poco salió de bares y tabernas para abrirse paso en el mundo.

Fue en las décadas de los 30 y 40, en el siglo 20, cuando la rumba empezó a aceptarse como una expresión cultural del pueblo afrocubano. Desde entonces mantiene su marcada influencia con  lucumí, ganga, arará , aunque la más significativa de todas se considera la gangá-bantú.

MAYORÍA DE EDAD

Hoy la rumba no yace, sino que palpita en la dermis de la Isla y sus sonidos. Estos se han nutrido de un canto oricha, pero también de una forma específica al abordar los instrumentos musicales heredados por otras culturas, en su mayoría de raíces africanas.

La enciclopedia digital cubana Ecured nos dice que “Las canciones hablan a menudo sobre la vida diaria de la gente, sin distinción de raza, ni de clase social.” Y que “muchos de los elementos de la Rumba han influido y han enriquecido otros bailes folklóricos: la Guaracha, la Carioca, el Beguine, la Conga, el Mambo y el Cha Cha Chá.”

Tanto ha crecido la rumba cubana que actualmente se considera Patrimonio Cultural de la Nación. «Como un hecho sin precedentes, que abona el camino para el reconocimiento de la riqueza y diversidad del acervo popular, calificó Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a este ritmo heredado de África.


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Dorisbel Guillén Cruz

Periodista


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