Los países pequeños tienen que pensar mucho en los equilibrios regionales y del mundo, advertía José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, en una entrevista concedida para el espacio televisivo la Mesa Redonda, durante la última visita que realizara a Cuba. Un llamado a la integración y al desarrollo de las sociedades, donde el arte y la cultura también constituyen elementos esenciales.
Cada año, desde su fundación en 1982, la Feria Internacional del Libro de La Habana, multiplica las razones que la han convertido en el acontecimiento más trascendental del movimiento editorial cubano y en el evento cultural más aglutinador del país. Sin embargo, la multiplicidad de saberes y de culturas hacen de la ocasión uno de los sucesos más esperados del mundo hispanohablante.
Bajo el lema Leer es crecer, en su XXV edición, esta fiesta de los pueblos de América y del mundo tendrá como País Invitado de Honor a la República Oriental del Uruguay. Por tal motivo, una amplia representación del gobierno uruguayo, encabezada por su vicepresidente, Raúl Sendic, ha llegado hasta La Habana.
De históricos pueden catalogarse los lazos que unen a Cuba y Uruguay y que datan del siglo XIX, cuando el Héroe Nacional cubano,José Martí, fungió como cónsul de ese país sudamericano en Nueva York. Hoy la capital cubana abre sus puertas a la vanguardia más reconocida de la cultura uruguaya.
Si bien en los últimos años, Uruguay vive una etapa distintiva en su desarrollo económico, al punto de ser catalogado uno de los países más equitativos de la región suramericana, gran parte de estos logros se los debe al desarrollo cultural alcanzado, reconoció Sendic, durante la gala de inauguración de la Feria del Libro, en su edición correspondiente al 2016.
En este sentido, el pueblo cubano es ejemplo para Uruguay, pero también para otros pueblos. Cuba desempeña un papel fundamental como bastión en la defensa del arte, la creación y la cultura en el continente.
Sin embargo, mucho ha ganado la Mayor de Las Antillas en el intercambio con el intelectual foráneo. Es difícil contar la historia de la cultura cubana sin mencionar a los uruguayos Eduardo Galeano y Mario Benedetti.
El primero mantuvo un vínculo especial con la Casa de las Américas, en el cual conviven el periodismo, el ensayo y la narrativa, siendo ante todo un cronista de su tiempo; el segundo, fundador en la década del 60 del Centro de Investigaciones Literarias, más tarde fue uno de los principales pilares de la cultura latinoamericana.
Durante su intervención, en la inauguración de la Feria Internacional del Libro 2016, el vicepresidente uruguayo reflexionó acerca de la obra de ambos exponentes y el reclamo que hacen a las sociedades de entonces y la vigencia que todavía guardan con los tiempos de hoy.
Decía Galeano, “escribo para quienes no pueden leerme, para los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, los que no saben leer o no tienen con qué”. Sin embargo, esta armazón de pueblos y culturas es también un canto a la esperanza. Ese canto que identifica Benedetti, porque la vida es no rendirse, “continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros, destapar el cielo”.
Cada febrero este diálogo intercultural se enaltece y vuelve a cobrar sentido el papel de la cultura en el logro de la libertad plena. Un sentimiento que señala el camino, todavía sin terminar, hacia la búsqueda de la justicia y de la igualdad en el continente.
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