Escuchar el nombre de Pancho García es como conjurar a las musas del teatro, porque este gran actor es además un excelente director, autor y profesor, por lo cual ha sido acreedor al Premio Nacional de Teatro 2012, que le será entregado el 22 de este mes, en la sala Hubert de Blanck, en La Habana.
Es Pancho un ejemplo de rigor, de entrega, de capacidad de trabajo; profundo conocedor que no deja de estudiar e indagar para actualizarse, porque su gran preocupación es contri-buir a la formación de las jóvenes generaciones que aparecen en la escena y guiarlos en ese laberinto de secretos, misterios y revelaciones ocultos en la cuarta pared.
Ganador de premios nacionales e internacionales, posee un renombre internacional que se ha ido acrecentando con el paso de los años, en este medio siglo en que ha sabido esculpir en escena sus propios fantasmas y los de quienes le entregan a seres imaginados para que les insufle vida propia y les haga recorrer universos inexplorados a fuerza de imaginación, talento y dominio de la técnica teatral.
UN PREMIO QUE LO RONDABA DESDE HACE AÑOS
-¿Cómo has recibido el Premio Nacional de Teatro?
-Para las personas que llevamos tanto tiempo en el teatro es un orgullo tenerlo. Yo he sido nominado cuatro años consecutivos y pienso que existen muchos compañeros que poseen una trayectoria y una calidad que se mantienen, y que les harían acreedores a tan importante reconocimiento. Sabía que estaba entre ellos, pero no imaginaba que me fueran a elegir este año. Cuando me lo dijeron, ya conocía la noticia del deceso de Vicente, un hecho muy do-loroso para mí, porque fue mi maestro, una persona con quien trabajé y de quien aprendí mucho de teatro.
“Y de pronto, esta noticia tan diferente me creó un conflicto momentáneo. Me emocionó mucho por lo paradójico. Indudablemente, me siento muy orgulloso y muy agradecido. Imagínate, el jurado estuvo formado por figuras consagradas en las artes escénicas, como Verónica Lynn, Eugenio Hernández Espinosa, Eduardo Arrocha, y presidido por Carlos Pé-rez Peña. Un jurado de mucha calidad y la lista de nominados era larguísima. Que me hayan escogido me conmueve y me estimula mucho y me llena de humildad.”
DE CÓMO NACIO UN GRAN ACTOR EN LA ESCENA CUBANA
-¿Cuáles consideras las obras y personajes que te han marcado a lo largo de tu carrera?
-Eso es bien difícil para mí. Desde que comencé, con Juan.R.Amán, en 1961. Mi debut fue algo muy significativo para mí, con mi primera obra de José R.Brene: Venancio, el espiri-tista. Aquella primera vez que pisé un escenario y lo nervioso que estaba nunca se me olvi-darán. Fue en el Festival Nacional de Aficionados, en el teatro Payret.
“La obra ganó el premio provincial, pues todas las obras dirigidas por Amán eran premia-das. También tuvo un significado especial para mí El Comendador de Ocaña, en la primera versión de Amán, por ser mi primera experiencia en que me enfrenté a un clásico en verso.
“En Joven Teatro, Myriam Lezcano me dirigió, ya como profesional en La alondra, de Jean Anouilh, con Mirta Ibarra en el rol titular femenino. Después, Los juegos santos, un espec-táculo para mí muy importante porque fue cuando me enfrenté a Grotovsky, en un montaje muy hermoso. Después paso a Teatro Estudio y recuerdo con mucho placer El caballero de Olmedo y Bodas de sangre.”
LOS PERSONAJES QUE VIVEN EN SU MEMORIA
-¿Y si te acorralo y te pregunto sobre el personaje que no podrías obviar?
-De la etapa de Teatro Estudio, Macbeth, por la complejidad de sus facetas, por tratarse de un personaje que sueñan todos los actores, aunque implica serios peligros, porque consagra o destruye.
“Y ahora, el padre de Aire frío, que lo estoy interpretando en estos momentos con el grupo de Carlos Celdrán; lo estrenamos la semana pasada y es una manera de celebrar mis 50 años de vida artística. Ahora los cumplo con una obra de Virgilio Piñera, con un personaje tan maravilloso como el que estoy personificando. Mi carrera posee dos puntos culminan-tes: debuté con una obra de Brene y ahora recibo el Premio Nacional de Teatro, en plena temporada con un título de Virgilio Piñera, en una puesta que me satisface a plenitud, por la profundidad del enfoque de Carlos Celdrán.”
-¿Y qué me dices de tu actuación en el largometraje Chamaco, de Juan Carlos Cremata, que tanta repercusión registró en el 33 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano?
-Ese personaje del tío, yo lo adoro, desde la primera lectura. En el teatro lo interpreté y gus-tó mucho. Me inspira mucha lástima, porque es un hombre que no acepta la soledad y no quiere asumir la terrible situación que enfrenta, se siente muy lastimado y me resulta muy agradable interiorizarlo, porque lo comprendo y me solidarizo con él. Y por suerte ha teni-do muy buena acogida en el teatro y en el cine.
SU PASIÓN POR LA LEGIONARIA
-¿Y ahora?
-Continuar en la temporada de Aire frío, que espero continúe un buen tiempo en cartelera con Argos Teatro. Y quiero volver a interpretar La legionaria, que cumple sus quince y los festejaremos con una temporada en octubre en la sala Llauradó. Le debo mucho a este per-sonaje, pues me permite un contacto directo con el público que me encanta, jugar con los espectadores me atrae mucho, porque me renueva en cada función Disfruto ese diálogo enormemente, porque cada función me depara asombros, alegría y las emociones que llenan la vida de un actor. La obra me ha dado mucho placer y quiero volver a interpretarla.
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