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sábado, 23 de noviembre de 2024

Nuestra identidad en escena

Recuerdos, vivencias y sueños traslucen las palabras de la actriz Yaité Ruiz, cuyo talento le inspira a escribir una historia en las tablas habaneras...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 27/03/2014
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Yaité Ruiz, joven actríz con múltiples premios. (Buby Bode / Cubahora)

Próxima a cumplir 31 años, Yaité Ruiz posee un historial equivalente a su edad cronológica. Ella construye y deconstruye mujeres y hombres antagónicos en tiempo y espacio: criaturas permeadas de los códigos inmanentes al teatro de la crueldad, pero también al gran musical y a otros, en un desfile inconmensurable.

En “Baile sin máscaras”, dirigida por Eduardo Eimil, mereció el Premio Avellaneda, en el Festival de Teatro de Camagüey, 2009.

Sus actuaciones han sido reconocidas a partir de dos premios Villanueva, concedidos por la Sección de Crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC a dos puestas en escena del Teatro de la Luna, bajo la dirección de Raúl Martín, en las cuales se transfiguró, en personajes ajenos entre sí desde todo punto de vista: el hombre, Inga la azafata y la mujer del vestido rojo, en “El dragón de oro” (2011), y Bianca, la protagonista de “Matrimonio blanco”, este año.

Esta joven apasionada de las artes escénicas mereció, también este año, el Premio LLauradó de actuación femenina por sus personajes en el episodio “Ingenuos”, del serial "Tras la Huella", transmitido por Cubavisión, al encarnar los personajes de Gladys, Tania, un hombre y Diana María.

—¿Cómo surgió en ti la idea de ser actriz?

—No estaba consciente de mi vocación por el teatro. Mi primer encuentro con las artes escénicas fue muy breve. Tenía ocho años y participé en un taller de actuación, impartido por Raúl Eguren en el Museo Napoleónico.

“Ya de joven, en la escuela vocacional Lenin, una de mis compañeras de aula, Ismery Salomón, hizo la prueba de aptitud para el Instituto Superior de Arte (ISA) y fue seleccionada. Al enterarme quise pasarla yo también y me presenté con un monólogo muy complejo: Emelina Cundeamor, de Eugenio Hernández Espinosa. Me esforcé al máximo y aprobé,

“Cuando entré en el ISA, quien me ayudó a dar los primeros pasos y me orientó en el aprendizaje del universo teatral, en todos los géneros y estilos, fue la profesora Corina Mestre. Ella me enseñó a profundizar en la técnica y a trabajar mucho la actuación, especialmente en el plano emocional”.

—¿Qué otras enseñanzas fundamentales recibiste de Corina Mestre?

—Ante todo, ella nos enseñó la disciplina del teatro, que implica llegar temprano a ensayos y funciones, a usar la utilería en función de la actuación, entrenar el cuerpo y la voz, y sentir un gran respeto por el género.

“Esas enseñanzas son aplicadas con la mente y el corazón por sus alumnos. Por eso, cuando nuestros colegas asisten a una función, saben cuáles de los intérpretes fueron alumnos de Corina”.

—Háblame de tus primeros pasos en la cuarta pared.

—Mi debut fue con el grupo Rita Montaner, en la obra “Baile sin máscaras”, una puesta de Eduardo Eimil. Después, actué con Mephisto Teatro, en “Escándalo en la Trapa”, “Huevos”, “Cabaret”, “Plácido” y “Chicago”. De un modo casi sostenido trabajé también con el grupo El Ingenio, de Juan Carlos Cremata, en El mal entendido, Sleep y Nuestro pueblito.

“En 2011 entré al elenco de Teatro de la Luna, dirigido por Raúl Martín, en varios personajes de ‘El dragón de oro”.

—¿Cómo definirías tus vías para incorporar un personaje?

—Son varias las etapas que atravieso para caracterizar un personaje. Lo estudio muy detalladamente, investigo hasta lo más profundo de su psicología, de su historia; tanto si es ficticio como real; me ambiento en su época, si es histórico, para tratar de darle la mayor credibilidad posible, para mí y para el espectador.

—¿Cuál prefieres, de los personajes que has interpretado?

—Bianca, la protagonista de “Matrimonio blanco”. Fue el  que me costó mayor trabajo, el más difícil desde el punto de vista psicológico y también físico. Es un personaje con el que me he sentido identificada.

“Algo parecido me ocurrió con Emily, en ‘Nuestro pueblito’, y con Yiliam, de ‘Baile sin máscaras”.

—¿Cuál es tu mayor ambición como actriz?

—Llegar a alcanzar un desdoblamiento total como actriz y que mis personajes nunca se parezcan entre sí.

—¿Y tu aspiración como cubana?

—Contribuir a que la escena recupere la vida y el esplendor que tuvo en algunos momentos anteriores, y que nuestro teatro, el cubano, el que forma parte de nuestra identidad —como el de Héctor Quintero—, adquiera el primer plano que merece. Ese sería mi mayor anhelo, defender un teatro así.”

Yaité Ruiz, joven actriz con múltiples premios dentro dle teatro cubano (Foto: Bubby/ Cubahora)


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC

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Carlos Garcia
 12/7/16 13:37

Excelente actriz,compañera y amiga . Bravo Yaite te lo mereces

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