Nido de mantis, el más reciente filme del director cubano Arturo Sotto, ya está terminado. Producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Itaca Films (México) y Cottos Producciones S.R.L. (República Dominicana), en colaboración con el Programa Ibermedia, el largometraje se mueve en los límites de un drama que, por lo que nos comenta el director, roza la tragedia.
“La película cuenta la historia de un triángulo amoroso entre dos hombres y una mujer en un pequeño batey azucarero. Una mañana de agosto de 1994 aparecen muertos. La presunta culpable de ese singular homicidio es el fruto del triángulo, una muchacha de veinte años, la única persona que estaba en la casa cuando ocurrieron los hechos. La joven se declara inocente y para demostrarlo cuenta, ante el fiscal y la abogada que investigan el caso, la odisea emocional de sus padres, una historia de amor que duró más de 40 años”, explicó Sotto en breve conversación con Cubacine.
El director estuvo trabajando en el guion del filme muchos años, pero no había encontrado apoyo para su realización, “de manera que con el paso del tiempo, algo largo en esta agónica carrera de los que apostamos por hacer del cine un sentido importante de nuestras vidas, las motivaciones iniciales se van diluyendo y nos vamos concentrando en la historia misma, en el recorrido dramático de los personajes. Si confieso las inspiraciones puedo condicionar lecturas y prefiero que los espectadores acudan al cine sin prejuicio posible”, comentó el también escritor.
Según Sotto, ninguno de sus filmes se parecen entre sí y en todos procura correr ciertos riesgos formales, “incluso en los que parecen más apegados al canon, como las comedias, por poner un ejemplo. Esos riesgos se convierten en estímulos tanto para mí como para el resto del equipo creador”, apuntó.
El rodaje de Nido de mantis se produjo en locaciones ubicadas en La Habana, Artemisa y Mayabeque, lo que obligó largos desplazamientos del equipo.
“No obstante, cumplimos con el plan de filmación que pactamos, para ser más preciso, apenas nos excedimos dos días debido a dificultades o inclemencias ajenas a nuestra voluntad. Una día llegamos a filmar bajo lluvia real con el propósito de no desperdiciar la jornada de trabajo. Una decisión muy arriesgada porque puedes perder la continuidad de la escena si de repente se detiene la lluvia. Cuento esta anécdota para dar una idea de la presión con que se trabajó y el sentido de responsabilidad profesional, y económica, que animó el rodaje. Sí debo reconocer que hubo días en que solicité al equipo un poco más de tiempo para concluir el llamado. Regresar a locaciones tan alejadas implicaba gastos adicionales, por esta razón quiero agradecer una vez más, a todo el satff, por el acompañamiento, la complicidad, el gesto solidario de apostar por el mejor resultado”, puntualizó Sotto.
“Y es que este guion, por sus continuos desplazamientos por épocas en la historia de nuestro país, complejizó enormemente el rodaje. Todos los departamentos trabajaron con un rigor profesional encomiable, espero que el resultado se corresponda con todo ese esfuerzo. Una muestra de esa excelencia debe ser notable en la fotografía e iluminación de la película, en la dirección de arte y el diseño de vestuario, en el maquillaje y la peluquería, en la construcción de la banda sonora, en la belleza y emotividad de la música que adorna la imagen. Otras zonas son menos visibles para el espectador, todo lo que tiene que ver con la organización de la producción y en particular la labor de la directora asistente, y el resto del equipo de dirección y producción, sin los cuales hubiese sido imposible realizar esta película. Insisto en agradecer a todas estas personas su enorme entrega”, agregó.
Yara Massiel, Armando Miguel Gómez y Caleb Casas son los protagonistas del filme. La dirección de producción estuvo a cargo de Francisco Álvarez; la dirección de fotografía, de Ernesto Calzado; la directora asistente fue Tessa Hernández; el responsable de la dirección de arte fue Carlos Urdanivia; la música es de Beatriz Corona; la edición, de Osvaldo Donatién y Sotto; y el diseño de vestuario, de Vladimir Cuenca.
“Siempre comparo los esfuerzos en la realización de una película con los de una carrera de cinco mil metros con obstáculos, para usar una analogía atlética. Si no sabes correr los últimos cien metros antes de llegar a la meta, pierdes la competencia y todo el esfuerzo es en vano. Si bien en arte no hay división por medallas, al menos debemos tratar de establecer estrategias para aspirar a ocupar los mejores lugares en la distribución y visibilidad de nuestro cine. De manera que ahora mismo lo que nos planteamos es evitar la indiscrimada piratería hasta que la película pueda ser disfrutada por el público en las salas de nuestro país, una vez hayamos conseguido algún interés de exhibición o distribución internacional”, señaló Sotto.
“Espero que podamos estrenar en el 40 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, entre otras razones, porque en esta película hay referentes a la obra de Titón – a quien estará dedicado el Festival– por los cuatro costados. Ese encuentro con los espectadores cubanos genera la mayor ansiedad. Imagino que hasta diciembre permaneceré en tormentosa vigilia”.
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