La obra de jóvenes exponentes de la cultura cubana llega cada año a la Feria Internacional del Libro de la Habana. La zozobra en el ojo del huracán, una creación de la joven periodista, Diona Espinosa, recrea a los efectos negativos del Período Especial en el desarrollo de la documentalística cubana, a partir del testimonio de quince cineastas.
El acceso a las vivencias de realizadores como Belkis Vega, Lisette Vila y Enrique Colina constituye, sin dudas, una oferta atrayente que se materializa hoy gracias al trabajo de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y sus empeños para estimular y promover la obra de los noveles escritores y artistas del país.
La autora, graduada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, recibió en 2015 uno de los reconocimientos más importantes que un joven escritor, poeta, e investigador aspira a obtener. El Premio Sed de Belleza, convocado cada año por la AHS y Ediciones Sed de Belleza, brinda la posibilidad de publicar materiales inéditos que en ocasiones no son del interés de reconocidas editoriales del país.
Unos días antes de la presentación oficial de La zozobra en el ojo del huracán, que tendrá lugar este 19 de febrero, en el Pabellón Cuba, la revista digital Cubahora tuvo la oportunidad de conversar en exclusiva con Diona Espinosa. A pesar del mérito que hoy gira a su alrededor, la autora reconoce que el libro constituye un material inacabado, pues el tema puede ser explotado desde otras aristas, e incluso podrían sumarse los testimonios de otros documentalistas de la época.
—¿Por qué este libro?
—La idea de escribir un libro sobre esta etapa de la documentalística cubana surge a raíz de mi tesis de licenciatura en opción al grado de periodista. Escogí el tema del cine cubano, en particular el documental porque me interesa mucho. La idea era proponer un texto que hablara sobre el género en Cuba, del cual se ha escrito muy poco. Por otra parte, el período especial o década de los 90 resultaba ser una etapa interesante puesto que por estos años el documental sufrió una gran depresión tanto productiva como temática.
—¿Por qué escoges el tema del cine cubano, en particular el documental?
—Para mí el cine documental tiene un valor especial. Brinda la oportunidad de poner lupas sobre determinadas áreas de la vida común, de fenómenos, historias de vida y de la realidad; las cuales, en ocasiones, es necesario compartir, conocer, interesarse, preguntarse, cuestionarse. El documental debe llamar la atención sobre determinados sucesos y fenómenos poco habituales en el universo mediático cotidiano, pero sobre todo debe tener un compromiso social muy fuerte.
“El documentalista es una persona de un marcado compromiso social. La reconocida documentalista cubana Belkys Vega dijo una vez que "El documental es un arma para producir cambios aunque solamente influyan en criterios, concepciones, prejuicios…", imagínate las herramientas bien aprendidas y aprehendidas de un documentalista, unidas a las de un periodista. Una vez logrado el objetivo fundamental, conmocionar al espectador, las distintas y variadas reflexiones que surgen del lado de allá de la pantalla serán el éxito total del trabajo”.
—¿Por qué escoges el género de la entrevista?
—Aposté por la entrevista porque quería que fueran los propios documentalistas quienes hablaran de sus vicisitudes a la hora de producir y de mantener el género documental en pie. Fue una etapa muy dura en todos los sentidos, de la cual la cultura y el cine en especial no quedaron exentos. Se producía con muy pocos recursos, la mayoría destinados a la ficción. Los documentalistas tuvieron que ingeniárselas para llevar adelante sus proyectos, ser valientes en el empeño, persistentes, creativos... Algunas productoras cerraron y sus realizadores vieron detenida su producción, sus proyectos. Ellos tuvieron que acudir a otras instituciones culturales, o a la colaboración extranjera para producir.
“De eso, en el cine no se habla mucho, por ello son los testimonios de los protagonistas el valor más importante de este libro. Sus experiencias y declaraciones ayudan a entender cómo se ha movido el mundo del audiovisual cubano y al interior, también, de la documentalística. Cómo esta ha tenido que sortear suertes entre intentar producir y acercarse además a zonas de la realidad que se ven muchas veces ficcionadas en el cine de ficción o no se abordan en el periodismo cotidiano. Precisamente, es ahí donde el documental debe ahondar, investigar y revelar la realidad. La historia en este caso, de un país que sufrió no sólo desde el punto de vista económico, sino también —y sobre todo— social.
—¿Cómo se presenta ese antes y ese después de la producción documentalista cubana, a partir del testimonio de sus protagonistas?
—Los realizadores entrevistados fueron escogidos entre las diferentes casas productoras e instituciones existentes en el período especial, como por ejemplo la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV),Instituto Cubano de Radio Y Televisión (ICRT), Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos(ICAIC). Desde cada una de estas experiencias los realizadores hablan de cómo estas corporaciones enfrentaron el reto de producir. Si bien antes contaban con el financiamiento estatal —época de bonanza producto del intercambio con la URSS—, luego la producción se contrajo de tal manera, que disminuyó drásticamente en el documental. El ICAIC, principal institución de cine en Cuba, apostó por las coproducciones y la prestación de servicios.
—Este libro es el resultado de tu ejercicio de licenciatura. ¿Qué representa para ti que este trabajo trascienda el espacio académico de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana?
—Es un ejercicio de licenciatura del cual estoy muy sorprendida por sus resultados. Nunca pensé que desbordara el espacio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y obtuviera este premio que entrega una editorial de la AHS. Es un gran compromiso conmigo misma, porque implica tener un texto que comenzó siendo una investigación con varias recomendaciones y pendientes, por supuesto.
“Siempre hay figuras, testimonios y realizadores que pudieron incluirse. Por ese lado estoy insatisfecha, pero siento que fue esta convocatoria de Sed de Belleza una oportunidad que demuestra que los jóvenes periodistas pueden llevar adelante sus proyectos e incluirlos, por qué no, dentro de la biblioteca de textos cubanos nacidos y publicados aquí.
”Existen vías alternativas para publicar periodismo cultural. En ese sentido, es muy importante esta convocatoria, en la que se publica un texto periodístico, pocas veces de interés para las editoriales. Es también una manera de entender que los jóvenes tenemos muchas oportunidades profesionales, sólo debemos arriesgarnos y aprender de estas experiencias”.
—La zozobra en el ojo del huracán. ¿Qué quisiste transmitir con este título?
—La zozobra en el ojo del huracán es un título que quizás muestra de alguna manera la incertidumbre y el pesar con el que se quedaron los cubanos tras la caída del muro de Berlín. Una etapa muy convulsa, crítica, oscura en la vida y el sentir de una sociedad, que en ese momento demostró ser uno de los pueblos más valientes, resistentes y revolucionarios.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.