Al final quedó demostrado que el temor de Miguel Barnet era infundado. El etnólogo y escritor, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) expresó en broma la preocupación de que el VIII Congreso de esa organización que agrupa a la vanguardia cultural de la Isla, fuera opacado por la final de la pelota, que por estos días tiene revueltos no sólo a Matanzas y Pinar del Río, sino a todo el país.
La primera jornada del cónclave, que cerrará sus puertas hoy en una sesión plenaria con sede en el Palacio de las Convenciones de La Habana, transcurrió en medio del interés y la expectativa que generan siempre los intelectuales y artistas cubanos cuando piden la palabra.
Y es que en una nación en cuya savia corre la cultura como base sólida de su identidad, es poco probable que todos los ojos no estén fijos en la magna reunión de los más prestigiosos representantes de todas las artes.
Una prueba de que la más alta dirección del país no hace oídos sordos a las palabras de los artistas e intelectuales fue la presencia de José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba y Segundo Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, en el momento inaugural; de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Miembro del Buró Político del PCC y Primer Vicepresidente cubano, quien estuvo junto a Abel Prieto, Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, acompañando a los delegados durante toda la jornada.
A los debates asistieron además el Ministro de Cultura, Julián González y otros directivos de instituciones culturales como el Instituto Cubano del Libro y de la Música, entre otros.
El destino cultural de la nación es nuestra preocupación principal, aseguró Barnet en la lectura del informe con que resumió el trabajo de estos últimos seis años, en los que la organización se mantuvo –cual campeona de brillante armadura- al servicio de las causas más imprescindibles y a veces difíciles del panorama artístico y social en la Cuba de hoy.
Por sí solos hablan los espacios abiertos al análisis y el intercambio sobre temas a menudo polémicos, entre los que se incluyen la arquitectura, el urbanismo, la racialidad, la economía de la cultura, el trabajo comunitario, la ley tributaria y la política internacional, asuntos sensibles que se han dilucidado con las más altas instancias del país, apuntó el autor de Biografía de un cimarrón.
“No somos una agrupación gremial y tampoco una organización ejecutiva, que se ocupa de pasar leyes. Somos algo excepcional en el mundo, porque no existe otro espacio que aúne en sí a tantos creadores de todas las manifestaciones. Precisamente en eso radica nuestra fortaleza, pues somos capaces de tener una visión amplia y un alcance mayor.”
De “restaurar el tejido espiritual de la nación” prometieron encargarse estos nueve mil paladines, que ayudan con su quehacer a enriquecer el patrimonio de un país, ya de por sí orgulloso de su historia; unos creando y otros ayudando a promover el buen arte y el talento alejado de banalidades y apropiaciones colonizadas.
Abel Prieto, quien tuvo en sus hombros encauzar y dirigir el Ministerio de Cultura por más de una década, se encargó de resumir muy bien la significación de esta cita, en un contexto en el que se rediseña la intrincada trama de la sociedad y la economía nacionales.
Durante un intercambio con la prensa en el que participó Cubahora, el también escritor aseguró que el papel de la vanguardia cultural en estos cambios es tremendamente importante, porque no se puede concebir, ni enfocar el momento actual desde el punto de vista de ese socialismo próspero y sostenible al que aspiramos.
“En esta prosperidad hay un lado espiritual, que en ningún momento podemos descuidar, creo que los mejores intelectuales y artistas del país tienen que ayudar a hacer propuestas, de manera constructiva, de manera crítica y al mismo tiempo orientada a buscar fórmulas nuevas, creativas, que pensar en el papel de la Cultura en este momento de actualización del modelo económico en Cuba.”
Es un momento donde hay una gran disposición para escuchar a nuestros artistas, a nuestros delegados, es realmente impensable sin la integralidad, sin conciliar las políticas –agregó- Creo que es el momento de unirnos mucho, de ser muy coherentes en términos de recursos, ahorraríamos si trabajáramos de manera colegiada.
“Creo que esa es en síntesis la importancia que le veo a este evento: una reflexión muy comprometida, muy revolucionaria, al mismo tiempo muy creativa, muy abierta, a nuevas visiones de los fenómenos.”
“Tenemos que tratar de movernos un poquito y no ver las cosas rutinariamente. Tenemos que entender el momento y al mismo tiempo no poner en peligro la política cultural de la Revolución, que es una de las conquistas que define nuestro socialismo. Como nuestra Educación y nuestra Salud, la democratización del acceso a la cultura es una de los logros más importantes y que debemos defender a toda costa.”
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