viernes, 19 de abril de 2024

Yuli y La libertad de hacer cine (+Trailer)

Entrevista a Iciar Bollain, directora de la película Yuli, que se exhibe en esta edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano...

en Ministerio de Turismo 12/12/2018
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Iciar Bollaín- Yuli
Iciar Bollaín, directora de Yuli, durante la presentación del filme en La Habana.

Por: Yoel Rodríguez Tejeda

Desde que se anunció su exhibición en la 40 edición del Festival internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, el filme basado en la vida del bailarín y Premio Nacional de Danza Carlos Acosta, atrajo la atención de los cinéfilos reunidos en La Habana.

Yuli, con guion de Paul Laverty y bajo la dirección de Icíar Bollaín, es una historia que trasciende la vida de un hombre (cubano y negro); es un relato universal donde la superación personal, la relación padre-hijo, el sacrificio y la constancia emergen –junto a la danza– como elementos fundamentales en la película.

Su directora ha tocado con anterioridad temáticas similares: el ámbito latinoamericano, los menos validos e, incluso, el arte como elemento discursivo en la trama; son patrones que se repiten en sus obras, cargadas de profunda emoción, que permite al espectador sensibilizarse con facilidad a partir de su propuesta cinematográfica.

Con esta prestigiosa directora nuestro Diario conversó en exclusiva para ofrecer sus visiones sobre Yuli y otros temas.

— En Yuli enlaza elementos biográficos con pasajes de ficción. ¿Cómo manejaron ambos discursos?

— Hay una ficción que parte del hecho de que Carlos (Acosta) estuviera haciendo una coreografía entera sobre su vida, en La Habana. Él tiene su compañía –que es real– con sus bailarines, pero él no estaba coreografiando su vida; y luego hay otros detalles en la película que Paul ficciona, como el viaje con el padre a Pinar del Río, y como escritor pensó que en el fondo Carlos también ha «ficcionalizado» su vida, porque cuando uno hace una biografía elige lo que cuenta. Todos construimos personajes de nosotros mismos. Cuando le narras a alguien una anécdota que te ha pasado, estás haciendo un personaje y lo cuentas según como tú lo ves, pero no es la realidad objetiva, esa no existe y ahí radica el juego a la hora de llevar historias al cine. En general, creo que para hacer una biografía tienes que ser fiel al espíritu de la persona de la que estás hablando, pero también debes tomarte la libertad de ser fiel a tu ficción. Desde el momento en que Carlos leyó el guion y lo entusiasmó, supe que podía tomarme licencias. Hay aspectos de su vida en la película que están contadas en diferentes niveles e intensidades, pero mientras respetes que la esencia de esa persona se comunica, no hay problema, porque el cine es libertad.

—​​​​​​​ En la cinta se utiliza la danza como elemento narrativo, pero no es la primera vez que conjuga otras manifestaciones artísticas en sus producciones…

— Fíjate que en mis películas –por lo general– hay alguien que canta. Eso es algo que me he dado cuenta con el tiempo. La vida está llena de manifestaciones artísticas y el cine bebe de todo, al igual que en la vida cotidiana. En realidad, no me pongo a analizar esos detalles; solo lo hago, pero no es algo que busque.

—​​​​​​​ Si bien ha visitado Cuba con anterioridad, ahora es la primera vez que filma aquí. ¿Cómo fue el proceso de rodaje?

— Muy bueno. Como sabemos, varias cosas en Cuba no son fáciles, así que rodar una película ambiciosa como esta tampoco lo fue. Y es ambiciosa sobre todo desde el punto de vista visual; en este sentido nos ayudó mucho el trabajo de Claudia Calviño, una joven productora con una capacidad excepcional para resolver problemas. Una película como esta no es fácil de hacer, ni siquiera en España. Al ser ambicioso el proyecto, esto se traduce en complicaciones durante el rodaje y fueron dos años y medio de trabajo, no fue algo que se hizo «de aquí para mañana», y se logró gracias a gente así, como Calviño.

—​​​​​​​ Antes de Yuli, el contexto latinoamericano ha estado presente en otras de sus obras. ¿Qué le atrae de esta región del planeta a la hora de hacer cine?

— El entorno latinoamericano también está presente en España. En Flores de otro mundo –una de mis primeras realizaciones– parto de la historia de un grupo de solteros que quieren casarse y varias de las mujeres involucradas en la trama son latinas; entre ellas, una dominicana, quien es la que presenta mayor afinidad de intereses con su esposo y esta resulta ser la pareja que funciona: ella quiere seguridad y una casa, mientras él desea una familia. Pasajes como este son parte de la realidad en España, donde hay muchos emigrados del continente americano por diferentes motivos y nuestras historias están cruzadas y «chocan», a veces bien y otras no tantas, y esta realidad no me es ajena.

—​​​​​​​ ¿Cómo llega entonces el «choque» con Cuba?

— En el año 1991 visité este país por vez primera con mi hermana porque quería conocerlo desde dentro; estuvimos en aquel momento unas tres semanas. Luego vine porque quería entrar a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, pero me suspendieron (se ríe), aunque luego asistí varias veces como alumna y profesora. Es un país fascinante, especialmente por su cultura, con un talento enorme (en el caso de los artistas). Aquí se establecen lazos afectivos con las personas casi de inmediato. No podría explicarlo bien…, es una conexión singular porque he estado en otros países de la región y no es lo mismo. Puede que sea por el pasado en común entre nuestras naciones y las cosas que comparten en común: el lenguaje, la música, la idiosincrasia y todo ese legado español que existe aquí. Son muchos canales de comunicación los que permiten esa relación especial entre España y Cuba.


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