La muestra colectiva La madre de todas las artes, abierta al público en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam de esta capital, está compuesta por la obra de 60 artistas cubanos que, en alguna medida, han captado el espíritu de la arquitectura en sus obras.
Según el curador y crítico de arte Nelson Herrera Ysla, gestor de esta muestra colectiva, “la arquitectura hoy día se percibe de muchas maneras: a través de sus signos, sus símbolos, de piezas pequeñas y grandes a la vez. Con esta exposición pretendemos mostrar la arquitectura desde su diversidad, creadoramente, directamente, o de forma más elíptica. Creo que sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la cultura de cualquier país”.
-¿Por qué ese nombre de La madre de todas las artes?
-Así se le decía a la arquitectura en la Antigüedad, en la época helénica, en el siglo V A.C. La arquitectura contiene todas las artes: los dibujos, los grabados, los mosaicos, los bajos relieves, la escultura, los objetos, incluso el arte sonoro y el arte olfativo porque uno huelo el incienso en las Iglesias, el humo del sahumerio, la música del órgano cuando suena.
-¿Cómo fue trabajo de curaduría de esta muestra?
-Ya nosotros sabíamos de muchos artistas cubanos que estaban trabajando el tema de la arquitectura. Uno hace memoria y en una primera lista le vienen a la mente nombres como Eduardo Rubén García, Luis Enrique Camejo, Arturo Montoto.
“Después empecé a averiguar a partir de las exposiciones que he visto, a través de los catálogos que tengo en la casa, sobre los nuevos artistas que en algún momento de su carrera tocaron esa temática”.
“El más joven de la muestra es Alberto Rodríguez, un estudiante de la Academia que solo tiene 19 años. Liset Sánchez es una joven recién graduada que también está presente en la exposición. Hay muchos fotógrafos que han tocado la arquitectura como Lissette Solórzano y Pedro Abascal. La arquitectura es muy fotografiable”.
-¿Esta exposición es una continuidad de su trabajo como curador en otras exposiciones anteriores?
-Si, por supuesto. Es una continuidad de la exposición, inaugurada en marzo de 2013, que se tituló Señales de vida y ocupó todos los salones del Centro Lam. Fue una muestra de la obra de los mejores grupos de arquitectos profesionales cubanos y diseñadores industriales: Vilma Bartolomé y su proyecto Espacios; José Antonio Choy y su estudio, El grupo Habana Regeneración de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
“Muchos de ellos tienen un trabajo muy serio e interesante en el diseño de las nuevas paladares, mobiliario para hoteles, residencias y casas particulares. Quisimos resaltar el papel de algunos arquitectos que están luchando contra viento y marea a pesar de todos los problemas económicos que existen en Cuba”.
“Durante la Bienal del 2012, mostramos La caza del éxito donde reflexionamos sobre la estética kitsch en la arquitectura cubana: el mundo de la arquitectura vernácula, los objetos decorativos, los arcos de medio punto, los enanitos de Disney que han plagado la visualidad cubana.
“En La madre de todas las artes está presente el video, la fotografía, la instalación, los objetos, las esculturas, el grabado. Ernesto García Peña, quien siempre ha tratado el tema del erotismo en su obra, se fascinó con la belleza de unas puertas abandonadas y fueron intervenidas por él”.
-¿Cuál fue repercusión que tuvieron los proyectos de arquitectura que se mostraron durante la última Bienal de La Habana?
-Fue una repercusión más bien comunitaria. Lo que se hizo en el Parque de Trillo, en el Barrio de Colón, en Casablanca, en Tallaprieda acercó la gente a la arquitectura y la arquitectura a la gente.
“El pueblo conoció que existió y todavía existe una tremenda industria que se llama Tallapiedra que, lamentablemente, durante muchos años nadie pudo entrar a ella. Por primera vez, el público pudo ver la majestuosidad de ese proyecto que es necesario rescatar, valorizar y darle el papel que tiene porque es un monumento extraordinario, que se puede comparar con el Capitolio Nacional o el Gran Teatro de La Habana. Es parte de nuestro patrimonio industrial”.
“Hay industrias en Cuba de gran belleza pero están prácticamente en ruinas. La Estación del Ferrocarril en Morón, donde yo nací, y la de La Habana son obras monumentales por su belleza arquitectónica, los espacios y los vitrales que contienen. Lamentablemente la gente no las conoce”.
-¿Qué expectativas tiene con esta nueva exposición?
-Me gustaría que fuera muy atractiva para el público. Que la gente empiece a sentir la arquitectura como algo propio también y que piensen en ella como parte de la cultura de su país.
“En el mundo entero se están construyendo edificios, teatros y museos fabulosos todos los días. En La Habana, no. Solo nos encargamos de restaurar obras de La Habana Vieja, en todos los Centros Históricos de Trinidad, Camagüey, Cienfuegos, pero hay que construir también. Para ello hace falta mucho dinero. La buena arquitectura es costosa. Quiero que la población tome conciencia de su importancia para la vida diaria”.
-¿Están invitados artistas extranjeros a la inauguración de la exposición?
-La dirección del Museo Guggenheim de La Ciudad de Nueva York, viene completa el próximo 2 de abril a ver la exposición. Es un privilegio contar con la presencia de uno de los mejores museos de los Estados Unidos, que celebra la Bienal de Arte Contemporáneo más importante de Nueva York. Es uno de los edificios icónicos dentro de la arquitectura del siglo XX.
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