Una de las líneas más interesantes que se debatirán en el Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), sería la relación entre cultura y redes sociales, y es que se trata de dilucidar cómo la creación de vanguardia se visibiliza a sí misma a través de un medio que maneja hoy las agendas de los principales centros informativos. Todo parece ocurrir en Twitter y Facebook y muy poco en la vida real.
Así, quienes escribimos aún en medios tradicionales estamos sujetos por ejemplo a que luego desde esa “libertad” de las redes se nos satanice, distorsione, etc., todo en función de una manada de lobos que andan a la caza cada semana de su presa de ocasión. En dichas operaciones, no prima ni un interés libertario, ni mucho menos informativo, sino la malsanidad que anida en el corazón del hombre y que para algunos, incluso con nivel intelectual, es signo de algún raro tipo de nobleza o alcurnia.
La UNEAC, -que no es solo de los artistas, sino de toda Cuba, pues se trata de una vanguardia comprometida con lo social en su conjunto- tiene muchas aristas que debieran actualizarse, y su relación con el mundo digital es una. Adquiere mucho peso la presencia o no de los nativos tecnológicos en sus filas, y el cómo el arte y su relación con el mundo de los ceros y los unos se manifiesta en nuestro país. También, hay que revisar los usos responsables o no de una herramienta que sirve de liberación, pero también para el chantaje, la fake news y la manipulación. Después de todo, la vida no acontece en las redes sociales, aunque eso nos parezca.
Quienes hacemos la prensa de este país, tenemos la responsabilidad de ser los sentidos de muchos, sin que nuestros egos trasciendan al plano del egoísmo, pero sabemos que con el periodismo ciudadano, los celulares y la web colaborativa, también han cambiado los paradigmas éticos de la publicación. Un titular y una foto trucada sirven a menudo de portada hacia un video en Youtube que nada indica, ni informa, y que se dedica a colocar a aquel que disiente en una picota sin justicia. No pocas veces, por otro lado, lo que algún artista o figura coloca en su muro, se distorsiona de manera tal, que poco se parece al pensamiento inicial ni a las intenciones del autor. Porque en las redes hay de todo, como en botica, pero más que nada mucho morbo.
Entonces, tratar con la seriedad del debate el cómo accedemos y lo que ocurre luego, será sano, necesario, porque el futuro será cada vez más interconectado, con mayor cantidad de ofertas y mucho más baratas. Las redes se convierten así en ese otro país, el digital, donde también se ejerce una ciudadanía, un voto, una opinión. No es que se vaya a regular, ni menos prohibir, cada cosa o palabra, eso cae en el campo del disparate –que por cierto hemos sufrido también–, sino que se hable con soltura sobre los fenómenos de la web del tema Cuba: las fake news, los troles, las campañas difamatorias y de odio, la necesidad de atajar el ciberdelito y el crimen contra la imagen personal de ciudadanos reales. Que el acceso sea democrático y seguro.
En lo personal, defiendo desde el primer día que Facebook se transforme en terreno de todos, pero tengo en cuenta que cuando me muevo allí, lo hago en medio de una empresa privada cuyos códigos se parecen menos cada vez al cuerpo legal del país donde residen los servidores. De manera que no hay una verdadera justicia a la hora de dirimir conflictos y trascienden casos donde los mismos criminales, actúan con la anuencia y el afecto de la misma compañía. De esos troles, tumbadores de perfiles ajenos, ya se ha hablado en otros espacios, que no por digitales debieran quedarse en esa esfera, ya que Cuba se conecta y se transforma.
No es sano crear una paranoia con el tema de “la seguridad informática” haciéndole firmar a todo el mundo papelitos comprometedores, para que luego nadie tenga acceso al medio, como me ocurrió en más de un centro de trabajo, sino que todos tengan internet y lo usen sanamente. Los cubanos, los que nunca siquiera se han conectado, pudieran creer en un futuro que algo es verdad “solo porque lo vi en Facebook” y eso es fatal y sabemos los efectos que ha tenido en otras latitudes. Las primaveras de colores fueron primero un post con una foto o un mensaje, luego vinieron los muertos, el caos, y todavía en esos países no se detiene el desastre. Debatamos para que Cuba no sea asolada por el salvajismo, sino bendecida por las mentes privilegiadas que siempre florecieron en este pedacito de trópico.
Sobran los ejemplos y los casos de quienes ahora mismo, desde las redes, tienen preparados los bulos, los sambenitos y los memes para la satanización del debate de los intelectuales, eso genera lo que los troles buscan: silencio, miedo, falta de compromiso explícito, la muerte de los espacios participativos. La cultura así, se coloniza, se vuelve otra cosa de sí misma, como ese hombre que vomitaba conejos en el cuento de Julio Cortázar, o la metáfora del ser doble de Robert Louis Stevenson.
Las redes sociales son parte de la vida, pero no la vida, crean verdad, pero no toda la verdad, muestran aristas, pero no el todo. Tras ese iceberg hay muchos intereses y como sabemos, el discurso no es más que la lucha de discursos. Entonces, que nadie que sea honesto use la herramienta para el odio, pues aún en la divergencia sana hallamos un punto de contacto y ese es la cultura en sí misma, la de todos.
Vicente Feliú Miranda
27/6/19 7:43
Mauricio, muy buenos tus análisis. Te felicito y te estoy siguiendo.
Abrazos
Mauricio
27/6/19 12:08
Gracias Feliú, siempre he admirado su obra y ahora es un privilegio enorme para mí tener un lector como usted. Abrazo.
Paloma
26/6/19 11:19
Muy bueno su artículo Mauricio y le apoyo cuando expresa que la UNEAC ..."no es solo de los artistas, sino de toda Cuba..."; siempre habrá que seguir hablando de estos temas y aplaudo que otros periodistas como Ud. se sumen al discurso, toda vez de que vivimos en un mundo globalizado del que no se puede escapar. El desconocimiento genera el miedo y es muy necesario e indispensable estar preparados para poder interactuar en ese mundo... En este momento me viene a la mente la frase de Martí "viví en el monstruo y le conozco las entrañas", de eso se trata, no veo otra forma de avanzar: la cultura será nuestro escudo pero tenemos que conocerla bien para defenderla mejor y con ello también defender nuestra Patria.
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