Un grito, una bofetada, un empujón. Siendo fiel a su título, Como raíles de punta. Joven narrativa cubana es eso, y más, todo lo que haga rabiar, sacudir, molestar. Es verdad, tal como advierte la última línea del prólogo de este libro, no hay manera de evitar su impacto.
La investigadora y crítica Caridad Tamayo tuvo a su cargo la selección, hasta conformar esta suerte de mapa literario. “Me parece que es una necesidad saber qué está pasando con la narrativa joven en Cuba, porque muchos la desconocen, y se habla de que no existe, que no es válida, sin embargo, no leemos para después calificar”.
Mala suerte y poca fe, personajes arrollados por las circunstancias, pérdida, soledad, confusión. Estas páginas lo increpan a uno, incomodan, y la ficción extiende sus brazos hasta casi tocar una realidad compleja, o irrealidad, dura de contar en cualquier caso.
A veces pasa al centro la figura del escritor, protagonista de sus propios dramas, temores y sueños. “Ojalá que esto fuera un cuento y yo no estuviera mirando a mi madre dormir con hambre”, dice Yunier Riquenes en No me miren por dentro. “Están escribiendo de manera muy descarnada y abierta, con mucha sinceridad —comenta Tamayo—. Siento que no tienen tapujos ni autocensura a la hora de decir”.
El volumen incluye 32 autores de todo el país, pues la editora dedicó tiempo a “rastrearlos” por cada provincia. “No quería que se quedaran solamente los de La Habana, no siempre se pasa por ese meridiano que es la capital”. Si bien su formación profesional es diversa (hay ingenieros, médicos, arquitectos), casi todos son graduados del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.
Les preocupan la niñez, lo marginal, la violencia en sus diferentes caras, el barrio, el entorno familiar y las coordenadas sociopolíticas que marcan su devenir; aunque siempre desde una perspectiva individual, desde la mirada del sujeto, en un constante reencontrarse consigo mismo. “La mayor parte son cuentos largos, es como una necesidad de decir muchas cosas”.
Se trata de historias marcadas por la crisis económica iniciada en los 90. “Para mí hay una cuerda que tensa entre la generación que vivió el período especial en su plenitud, y ellos, que lo vivieron siendo muy niños pero ahora están recibiendo las consecuencias de esa época”.
Persiste el tema “guajiro”, según muestran Jugársela al canelo, de Félix Ruiz González, y Perderás la tierra, de Abel González Melo. En cambio, los distinguen las maneras, el estilo: unos acuden al llamado realismo sucio, otros resultan filosóficos, y otros más, olvidan las fronteras para entrar en terreno poético.
Tamayo comenta que muchas de las noveles voces aquí reunidas no se conocían hasta ahora, a través de este libro. “Algunos ya tienen un perfil, pero la mayoría está empezando. Tal vez dejen de escribir, se dediquen a otra cosa, o terminen escribiendo algo que no tiene nada que ver con esto”.
De momento, Como raíles de punta viene a saldar una demanda expresa entre la más reciente hornada de las letras cubanas: crítica, análisis, valoración especializada. “Creo que no podemos hablar de una generación. Es un grupo de escritores, que tienen puntos en común y diferencias, y van a irse perfilando y decantando. Hay que darles tiempo”.
Estefany
27/2/14 7:45
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