En busca de fuentes de agua y, sobre todo, oro, los colonos que establecieron la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe el 2 de febrero de 1514, en la Bahía de Nuevitas, encaminaron sus pasos un par de años después hasta el cacicazgo de Caonao, en el interior del territorio. Poco tiempo estuvieron en el lugar pues la sublevación de los indígenas provocó el asalto y la quema del asentamiento. Tras la marcha forzosa hacia el este fueron bien recibidos por el cacique Camagüebax, en una zona situada entre los ríos Tínima y Hatibonico. Definitivamente, se quedaron en este paraje distante del mar, favorable para la explotación minera, el desarrollo de la agricultura y sobre todo, la ganadería
Sin embargo, durante la temporada de sequía mermaban, igualmente, las reservas de agua en el nuevo asentamiento. Alrededor del año 1600, fecha sin precisar, un grupo de colonos alfareros inician la fabricación de vasijas del barro rojo, de buena calidad procedente de la Sierra de Cubitas y los alrededores de la comarca. Tiene antecedentes de semejanzas a las clásicas andaluzas o aljibes (palabra heredada del paso de los moros por España) empleadas para guardar vinos, aceites y granos, pero aumentaron el tamaño de su “panza” para preservar grandes volúmenes de agua de lluvia en los patios de las viviendas.
Aunque la más antigua inscripción grabada en estas enormes vasijas data del 1760, el investigador Jorge Juárez Cano, en el tomo I de Apuntes de Camagüey, aseguró que “en 1751 en la urbe existía un apogeo en la fabricación de grandes tinajones, y el tejar de Cascorro los producía en grandes cantidades”.
El habanero Antonio Bachiller y Morales, quien visitó la villa principeña en 1830, se refirió a los típicos tinajones camagüeyanos “…el agua se recoge en hermosas tinajas [...], colocadas en los patios, por su gran cantidad contendrán 4 o 6 de ellas la cantidad de agua de un aljibe”.
Con sus altas y bajas etapas, sobre todo durante las guerras independentistas, se mantuvo la producción hasta que un conteo en 1900 reflejó la existencia de 16 mil tinajones en Camagüey que poseía una población de tan solo 30 000 habitantes. En la actualidad no ha perdido su esencia, se inició un plan de rescate en 1976 pero son mayores las intenciones de un elemento decorativo, de atracción turística, que la de provecho para almacenar agua en las viviendas.
Hay datos curiosos: tinajones lugareños han llegado a sitios insospechados de la geografía cubana. Las marcas agramontinas de Pedro Areus, Carrasco, Vicente Morel, Tejar la Caridad JMM y José Tomás Rodríguez aparecen entre algunas de las piezas encontradas en el reparto Miramar, en La Habana, y hasta en Guane, Pinar del Río.
Hay un modelo clásico que llegó hasta la actualidad. Posee una voluminosa panza, líneas geométricas delimitadas y un reborde destacado, o amigdaloide.
El autor de estas líneas, camagüeyano de pura cepa, afirma la frescura del agua contenida en estos “panzudos” y añora los tiempos de niño cuando se metía dentro de la vasija con un cepillo a limpiarlo antes que llegará la temporada de las lluvias cuya agua era recogida por un sistema de canales de hojalata, que construía mi padre. ¡Cómo lamento no haber traído el tinajón fechado en 1868 hacia el actual lugar de residencia!
Durante casi cinco siglos, los habitantes de la villa principeña han apreciado la existencia de los tinajones, los cuales han tejido sus propias leyendas desde testigos de amores prohibidos, o como escondite, según la anécdota de la guerra en 1875, sobre un soldado del Ejército Libertador que dentro de uno de ellos burló la persecución de los españoles.
Singular es la frase amistosa “Quien tome de mi agua, se queda en Camagüey.”
EL TINAJÓN BIEN VALE TRIBUTO Y JOLGORIO
En la también llamada “Ciudad de los Tinajones”, ha cobrado fuerza en este siglo la idea original del hijo ilustre Adalberto Álvarez, "El Caballero del Son", de una festividad para promocionar los valores culturales, históricos y las tradiciones preservados por el movimiento de aficionados y artistas del catálogo profesional de la provincia.
La “Fiesta del Tinajón” es uno de las tres celebraciones anuales que rompe las rutinas hogareñas con una amplia participación popular, la cual se ha hecho distintiva en la vida de los lugareños y apreciada por los visitantes en esta ciudad mediterránea. Las otras dos son: la Semana de la Cultura Camagüeyana, a inicios de febrero, (Fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, en 1514) y a mediados del año, del 24 al 29 junio, el San Juan Camagüeyano (Carnaval cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII)
Carpinteros, pintores, decoradores levantaron por estos días las tarimas en la Avenida de la Libertad (conocida también por La Caridad), una de las calles más rectas y anchas, diferenciada del complejo trazado vial semejante a un plato roto que caracteriza al centro histórico de la ciudad, declarado Monumento Nacional en 1980 y Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el 2008.
La sexta convocatoria al encuentro de los camagüeyanos con su cultura y tradición, se dedica en esta oportunidad al destacado hijo de la comarca de pastores y sombreros conocido músico “Nené” Álvarez, quien falleció el pasado mes de febrero a los 90 años de edad, y a los 80 años de la agrupación musical “Soneros de Camacho”.
En conversación con periodistas, propagandistas y especialistas de cultura en la provincia, el presidente del Comité Organizador de la “La Fiesta del Tinajón” explicó que a partir de ahora los festejos serán en marzo, para esquivar las condiciones climáticas de noviembre. El compositor, intérprete y director de orquesta declaró que como las ediciones anteriores habrá un desfile de los artistas del patio por las calles principales de la villa principeña el miércoles 22 a las tres de la tarde y en horas de la noche, la gala inaugural en el Teatro Principal.
Más de doscientas cincuenta presentaciones de teatro, danza, plástica y literatura se llevarán a cabo en estos cinco días y funcionarán los tradicionales Rincón Campesino y otros escenarios para el movimiento de artistas aficionados.
Para quienes han tenido otras oportunidades de observar la masiva presencia de residentes y visitantes de todas las edades en busca de esparcimiento y la apreciación de múltiples manifestaciones artísticas, pueden augurar cinco días de enriquecimiento cultural.
El tinajón bien vale tributo y jolgorio, y los camagüeyanos están dispuestos para preservar esa fiesta de la identidad cultural en el territorio.
“AGUA DE TINAJON”
(Poema de Aurelia Castillo, poetisa camagüeyana de finales del siglo XIX)
Agua santa de este suelo
en que se meció mi cuna,
agua grata cual ninguna,
que bajas pura del cielo.
Yo te beso con anhelo,
casi con mística unción,
pues creo que tus gotas son
de mi madre el tierno llanto
al ver que me quiere tanto
Camagüey, tu corazón.
elia muñoz
27/3/17 20:01
Me ha gustado mucho este trabajo ,pues una de las tradiciones de los camagueyanos es guardar el agua en nuestros bellos tinajones, la cual se mantiene fresca y cristalina y esta iniciativa de Adalberto Alvarez de la Fiesta del Tinajon habla mucho de sus raices camagueyanas y como bien dice la leyenda el que toma agua de tinajon se queda en Camaguey
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.