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miércoles, 20 de noviembre de 2024

El niño de la Finca de los Zapotes

Homenaje al destacado poeta y decimista Jesús Orta Ruiz –conocido con el sobrenombre de Indio Naborí –en el aniversario 95 de su natalicio...

Maya Ivonne Quiroga Paneque en Exclusivo 30/09/2017
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Poeta  Jesús Orta Ruiz-indio naborí
El indio era conocido por vertientes líricas como la poesía campesina y la social.

Allá en la Finca de los Zapotes, otrora tierra guanabacoense, hoy San Miguel del Padrón, no había bibliotecas, ni librerías. No se escuchaba tan siquiera el pregón mañanero de un vendedor de periódicos.

Fue en la campiña cubana, con su verdor infinito, el trino de las aves y por ratos el silencio, donde Jesús Orta Ruiz (30 de septiembre de 1922, La Habana, Cuba-30 de diciembre de 2005, La Habana, Cuba), se impregnó de la versificación campesina, la tradición juglaresca y poética que lo guiarían, definitivamente, hacia la elegía, la décima, el humor y el periodismo. El Indio Naborí encontró la grandeza del octosílabo y supo librar de sus bridas al sentimiento a través de la lírica.

¿Cuánto no aprendió aquel joven Cacique, allá en los Zapotes, de un padre que hablaba en metáforas y era capaz de expresar: “Hoy se desgaja el cielo en lluvia” para describir un paisaje otoñal?

Así comenzó un proceso indagatorio de búsqueda, escuchando a los mayores, a esos campesinos que atesoran una inmensa sabiduría popular en sus humildes palabras. ¡Cuánta hermosura encontró encerrada en aquellas tonadas que salían del alma con la nobleza que solo un hombre del campo es capaz de enseñar!

De parranda en parranda, de guateque en guateque, se fue conformando un gusto, una preferencia, una estética que definiría la poética de Naborí y, tal como sucedió en el Medioevo, el juglar le dio paso al periodista.

Pero eso llegaría más tarde, con las vueltas del destino. Primero tuvo que perfeccionar sus modos de decir. Por eso encontró “poesía en la buena prosa”; expresó junto al poeta Eliseo Diego: “la poesía es la imaginación del sentimiento” y compartió la máxima martiana de que “en verso se puede hablar de todas las cosas, pero sólo con sentimiento se puede hablar de poesía”. Una misiva de Juan Marinello lo llamaría a perfeccionar el hálito de rimar, pues la décima es algo entrañable que hay que ennoblecer.

Así se aproximó a los poetas de la generación del 27, presididos por Federico García Lorca y su Romancero Gitano. Esos textos de raíz campesina o popular ejercieron un gran hechizo sobre el indio cubano. También captó el espíritu vibrante de Nicolás Guillén y se acercó a la cultura desde la pobreza sin desterrar su identidad.

En 1922, cuando se introduce la radiodifusión en Cuba, aquellas ondas contribuyeron al salto cualitativo que tuvo la décima. Sin embargo, todavía en la década de 1940 el género musical no poseía la elegancia y belleza que este lenguaje metafórico demandaba.

El indio poseía un modo más culto de rimar y encabezaba una nueva generación que —al decir de Virgilio López Lemus—, revolucionó la décima cucalambeana al confrontar el neopopularismo español con el neocriollismo.

Naborí improvisaba pies forzados en programas radiales de corte humorístico como Dímelo cantando y Vivimos en Campo Alegre con un estilo muy peculiar propio del campesinado cubano. Era esta la sabia que había alimentado sus venas desde la niñez.

Durante varios años —después de 1954— tuvieron lugar en CMQ competencias nacionales de trovadores con gran audiencia por parte de los seguidores de esta tradición citadino-campesina.

Acontecimientos de gran relieve fueron dos competencias entre Angelito Valiente y Jesús Orta Ruiz para decidir cuál de los dos era el mejor. La primera se efectuó en los terrenos del Casino Español de San Antonio de los Baños el 15 de junio de 1955 con los pies forzados sobre el amor, la muerte y la libertad. Pero… para sorpresa de los presentes ocurrió un empate entre los contrincantes por lo que ambos fueron a la revancha en lo que se conoce como la Controversia del siglo.

En la Revista Panorama, Sección Parnaso Guajiro, consigna que acudió la espectacular cifra de 10 000 espectadores al Estadio Campo Armada de Luyanó aquel 28 de agosto de 1955. Fue una revelación cuando Angelito votó por Naborí, quien finalmente recibió el Trofeo de Plata de la Emisora Radio Mambí.

Entonces llegaría un amanecer para la gente pobre y olvidada. Naborí buscó un verso que le diera el tono “Primero de enero/ luminosamente surge la mañana” y, con la madurez de los años llegó el periodismo de 1961 a 1966 y después entre 1987 y 1991.

El indio era conocido por vertientes líricas como la poesía campesina y la social. Sin embargo, descollaba también como un epigramista de gran maestría por la utilización de la sátira y el juego de palabras. Estos epigramas publicados en Palante y Palante bajo los pseudónimos de: Guachinango, Juan Claro, el criollo, El Clarín de los Zapotes, Martín de la Hoz, Nidio Ribona, el pícaro madrileño, SGOR (por Sabio Jesús Orta Ruiz), Jerónimo Ruiz, son sobrenombres que simbolizaban de una forma irónica su mundo circundante.

Sus epigramas políticos poseen un corte reflexivo y social, en cierto modo son festivos pero constituyen verdaderas crónicas de un tiempo y una realidad que le tocó vivir. También había escrito cuentos guajiros para la revista Bohemia. Además, estudió el folclor, semifolclor, la poesía gauchesca y la poesía oral improvisada de América Latina.

A pesar de su grandeza, calificó a Adolfo Alfonso como “el más completo de los decimistas campesinos”. Quien obtuviera el Premio Nacional de literatura en 1995, fue un hombre comprometido con su pueblo que supo palpar el alma del cubano al igual que lo hicieron, a su modo, Angelito Valiente, Justo Vega y Adolfo Alfonso.

Hace pocos años siguieron sus pasos Jesusito Rodríguez y Omar Mirabal, quienes recordaron la Controversia del siglo a través de una grabación muy respetuosa del texto y la música originales.

El Centro Iberoamericano de la Décima y el verso Improvisado reverdece a través de niños, adolescentes y jóvenes marcados por nuevas intenciones de improvisar. El espíritu de esta tradición sigue vivo en Las Tunas, Holguín, Santa Clara y en casi toda la geografía insular.

En el poblado de Limonar, provincia de Matanzas, hay un lugar que lleva por nombre La Casa Naborí. Recientemente, se celebró allí el aniversario 62 de la Controversia del siglo en un acto que contó con la presencia de los repentistas Emiliano Sardiñas y Luis Paz (Papillo).

Mientras, aquí en La Habana existen grupos como Ala décima o La montaña mágica.

En Guanabacoa, otrora tierra de Naborí, siempre se recuerda al niño que una vez, en la finca de los Zapotes, escuchó a su progenitor cantar en redondillas.


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Maya Ivonne Quiroga Paneque

Periodista, locutora, guionista y directora de radio y televisión


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