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viernes, 22 de noviembre de 2024

El libro en su laberinto: comercialización y entorno digital

Estrategias de promoción y comercialización del libro para ponerlo a tono con los requerimientos de la nuevas tecnologías...

Eileen Sosin Martínez en Exclusivo 19/02/2014
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Librerías cubanas
Es preciso reforzar acciones de capacitación, para que los vendedores puedan atraer a sus usuarios.

La imagen puede parecer simpática, pero a mí me deja pensando, un poco triste. En la Terminal de Ómnibus Nacional, la tienda del “Todo x 1” siempre tiene cola, mientras, justo enfrente, la librería suele estar vacía como playa en invierno, acaso habrá algún peregrino que ya se marcha.

El debate a propósito comenzó con las palabras de Jaqueline Laguardia, especialista del Observatorio Cubano del Libro y la Lectura, en panel un efectuado este lunes en la feria. “Las librerías cubanas han quedado rezagadas con relación a sus similares en el extranjero, en aspectos organizativos, ambientación, gestión comercial, y proyección cultural y comunitaria”.

Una primera vieja encrucijada aparece en la relación literatura-mercado, pues muchas veces esta última ha sido palabra “maldita”, estigmatizada, al considerarla antónimo de calidad. Sin embargo, la comercialización es un momento especialmente importante en el ciclo editorial. “Si los libros no circulan, no cumplen su razón ser”.

Por otra parte, las librerías se subordinan al Ministerio de Comercio Interior y a los gobiernos territoriales, y además, el Instituto Cubano del Libro (ICL) las atiende desde el punto de vista metodológico. Laguardia opina que esa estructura dificulta la gestión, al tener tantas autoridades a quienes responder.

Otras aristas del fenómeno tienen que ver con la sistematicidad en la distribución, el acierto para establecer los precios, la calidad de la oferta literaria, tanto en contenido como en factura; y la promoción de autores, títulos y eventos. “La desconexión entre la producción y la venta provoca demandas insatisfechas y tiradas excesivas que se acumulan en la librerías”.

Aunque se mantienen precios subsidiados y en moneda nacional, a fin de estimular el consumo y evitar que el libro sea un artículo de élites, algunos datos dibujan un panorama desalentador. Según la encuesta de consumo cultural realizada por el Instituto Juan Marinello en 2011, solo el 24,4 % de la población visita librerías o bibliotecas, y el 59,9 % declara no hacerlo nunca.

Ante este estado de cosas, la investigadora propone darle mayor protagonismo a los libreros, hecho que va más allá de solo consultar sobre los volúmenes y escritores más solicitados. Ello incluye reforzar acciones de capacitación, para que los vendedores puedan atraer y asesorar a sus usuarios.

La divulgación deberá ser intencionada, teniendo en cuenta las características del territorio y del público. Habría que retomar los espacios de intercambio en esas instituciones, de modo que los autores presenten y lean sus obras, firmen ejemplares, y la gente acuda a escucharlos y conocerlos personalmente.

Asimismo, un sistema automatizado que permita controlar inventarios y frecuencia de ventas ayudaría a corregir etapas previas del proceso editorial. “El paso de unidades presupuestadas a empresas, la disciplina en los pagos y cobros, firma de contratos, aprovechar nuevas fuentes de ingreso…; son factores que podrían ayudar a una mejor gestión comercial”.

Laguardia señala como fortalezas disponer en cada municipio de al menos una librería (330 en total), además de este propio gran evento que abarca casi todo el país, entre febrero y marzo. “Más allá de que sea una compra compulsiva o elección fundamentada, lo importante es que el libro ya está circulando, y está más cerca de ser leído que si se queda en un almacén”.

En este escenario es preciso atender a la actividad por cuenta propia. Para Lorenzo Lunar, quien asume la múltiple condición de escritor, editor y librero; el mercado de libros usados constituye un termómetro, indicador de gustos y tendencias.

El tema se complica con el empuje de lo digital, y no se trata de prepararse para el futuro, estamos hablando del presente que ya entró por la puerta. La Editorial Capitán San Luis ha alcanzado cierta experiencia “sin papel”, a partir de sus 18 entregas en formato electrónico, traducidas a varios idiomas, incluso con gran despliegue gráfico.

Desde 2011, el sitio www.isliada.org se dedica a promover la literatura cubana en Internet, hasta alcanzar hoy más de 400 textos de autores nuestros. Rafael Grillo, uno de sus creadores, apunta que es inevitable el paso a consumir libros digitales, si bien eso no significa que desaparezcan los impresos.

Ruth Casa Editorial también acumula un trabajo representativo en este ámbito, como plataforma para la venta online. El especialista Enrique García esbozó buenas prácticas extendidas a nivel mundial, como modificar precios según el tiempo en oferta, la creación de comunidades de lectores, y avisarle a los usuarios cuando haya novedades. Entretanto, la piratería y el derecho de autor siguen atizando la polémica.

En lo adelante el ICL planea incorporar la descarga de literatura en las librerías tradicionales, y pretende producir a corto plazo más de 400 títulos, en colaboración con diferentes editoras. Encabezan la lista obras de Daniel Chavarría, clásicos infantiles y autores del catálogo de Gente Nueva. Aun así, la comercialización en formato CD augura una caducidad temprana para esas iniciativas.


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Eileen Sosin Martínez


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