Uno de los programas concierto de mayor interés para el público y la crítica del Ballet Nacional de Cuba estuvo en la sala Avellaneda del Teatro Nacional. La selección del repertorio para estas funciones trajo a escena obras que llevan varios años fuera de escena y que retornan en una concepción más actualizada en los conceptos del ballet contemporáneo, aun cuando respetan la esencia de su estética contemporánea.
El título de mayor complejidad, tanto dancístico como teatral, fue Prólogo para una tragedia, inspirado en Otelo, de William Shakespeare, autor a quien se dedicará la próxima edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana.
Una obra sumamente difícil para sus intérpretes, al constituir una mirada actual sobre el drama shakesperiano, con alusiones a escenas primordiales que reflejan la incidencia en la vida de sus personajes principales, a partir de dos causales –la insidia y los celos-, con influencia decisiva en su desenlace, al agudizar los celos de Otelo por una supuesta infidelidad de Desdámona.
UN DRAMA QUE CALZA ZAPATILLAS
Implicada la comparación en esta puesta, el rol de Otelo fue alternado por tres bailarines. Luis Valle mostró seguridad y dominio de las connotaciones dramatúrgico-danzarias y propuso un diálogo eficaz de la pareja con Amaya Rodríguez.
José Losada interiorizó magistralmente la psicología del protagonista y brindó una ejecución muy precisa que reflejaba lo discursivo al dibujar imágenes con la expresividad de su gestualidad y arte danzario en la altura de sus grandes jetés y de su vital energía, traducida en su pasión hacia Desdémona, lo cual quedó inscrito en su labor de partenaire con Amaya.
Gian Carlos Pérez desplegó una labor muy atinada al perfilar el temperamento del moro de Venecia y volcar su amor en el manejo de su compañera de baile, Yanela Piñera, en el abrazo de afinidades entre ambos.
Amaya Rodríguez mostró un desempeño acertado de la coreografía, con momentos de gran lucimiento, en especial en sus port de bras, aunque no ha calado totalmente en las honduras del personaje, cuyo rasgo psicológico esencial radica en la ingenuidad que subraya la tragicidad en el destino de esta muchacha tan enamorada de su esposo.
Además de otorgarle a su labor balletística una ejecución muy lograda en técnica, estilo y expresividad, Yanela Piñera encarnó su psicología hasta la exégesis, al matizarlo con los contrastes que han caracterizando por siglos las reacciones de esta muchacha, un símbolo de fidelidad, tergiversada por Yago.
El estreno mundial de Triade, diseño coreográfico de Eduardo Blanco y música de Gioachino Rossini, contó con el vestuario de Salvador Fernández, que subrayaba la imagen juvenil de las ejecutantes.
RITMO DELIRANTE EN SUITE GENERIS
Regresó a escena Suite géneris, quien recreó un pas de trois, que puede definido como un juego coreográfico que plantea un triángulo amoroso, con el acompañamiento musical de Haendel y Haydn, el cual obliga a los bailarines a incorporar un ritmo vertiginoso en su danzar.
Podría definirse esta obra como todo un desafío para quienes la asumen y mucho más para quienes se estrenan en su ejecución, muy en especial para la bailarina, en este caso Gretel Morejón, quien en los últimos tiempos ha dado prueba de su versatilidad para asumir los más disímiles personajes, a quienes confiere poesía en la ejecución, los códigos de su estilo y una interpretación muy convincente.
CELESTE APORTÓ UN ESPLENDOR DE AZULES
Muy esperado fue el estreno mundial de Celeste, de Annabelle López Ochoa. Este ballet exhibió un caudal imaginativo infinito en el hecho balletístico y la visualidad –en la cual convergieron la magia de la iluminación y el diseño escenográfico-, en las habilidades y recreaciones ilusorias de la laureada coreógrafa.
Ella confiesa haber concebido este título. Al decir: “soñé con Celeste, una estrella que brilla moldeada en las frágiles siluetas de tres bailarinas que danzan en un cielo oscurecido por la noche, representado por las viriles figuras de diez hombres”.
Tres pas de deux fueron interpretados por tres parejas de bailarinas, entre quienes deslumbra Viengsay Valdés, con dos nuevos talentos como Gian Carlos Pérez y Liván Verdecia, en los instantes de mayor impacto por delinear los roles protagónicos. Además, realizaron una labor muy certera Yanela Piñera, Alfredo Ibáñez, Jessie Domínguez y Arián Molina, en este desfile de noveles y consagrados.
Ballet Nacional de Cuba. (Fotos: Nancy Reyes / Cortesía del Ballet Nacional de Cuba).
Ballet Nacional de Cuba. (Fotos: Nancy Reyes / Cortesía del Ballet Nacional de Cuba).
Ballet Nacional de Cuba. (Fotos: Nancy Reyes / Cortesía del Ballet Nacional de Cuba).
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