Cuatro días de Buena Fe

Como un derroche de talento puede calificarse lo ocurrido el fin de semana último en el capitalino teatro Karl Marx. Sin enmarcarse en un género y haciendo gala de un excelente dominio de la fusión, Buena Fe entregó propuestas musicales cargadas de mucho análisis social y abordadas desde la ironía, el humor, la polémica y la reflexión. Por eso fue un concierto en el que pensamiento, sentimiento y disfrute se asieron a la mano de la música y en el cual se comprobó —fuera de toda duda— el amor que existe en Cuba por esa agrupación, que hace de la música su modo de vida.

Creado en 1999, en Guantánamo, Buena Fe puede enorgullecerse de ser un grupo que ha cautivado los corazones también de los habitantes de otras partes del mundo con temas como Volar sin ti, No juegues con mi soledad, Catalejo, Acompáñame… Su sorprendente creatividad y capacidad para producir discos los ha hecho acreedores de un público heterogéneo. Y ese éxito espectacular ha sido cosechado por la banda gracias a la honestidad y a la lucidez con que abordan los problemas cotidianos.

Por ello, muchos no dudaron en repetir la visita a sus conciertos, que resultó un viaje en el tiempo, en el que el vocalista y compositor Israel Rojas, de conjunto con el guitarrista y arreglista Yoel Martínez compartieron una antología que incluyó composiciones en el quehacer de la agrupación, desde su ópera prima Déjame entrar hasta la fecha. Momentos especiales de esos tres días lo fueron compartir escenario junto al grupo D´Corazón, al Trío Martínez de Guantánamo y al cantautor Frank Delgado.

Fue en la última jornada de esa ronda de tres conciertos conceptuales —el primero romántico, el segundo rockero y el tercero clásicos— que Israel Rojas, director de la banda, anunció el regreso este viernes al Karl Marx con una selección especial de lo ocurrido recientemente. Y es que tienen razones suficientes para esa entrega: sus seguidores abarrotamos el teatro y junto a la agrupación coreamos canciones conocidas y otras que están en colas para nuevas entregas.

—¿Qué sorpresas habrá para el cuarto concierto?

—Vamos a tomar las cosas más interesantes de las tres presentaciones anteriores y aprovecharemos para hacer un paquete donde también quepan hasta esos temas que no entraron.

—¿Cómo valoras lo ocurrido durante este fin de semana?

—Fue fenomenal. Estoy muy contento porque los tres conciertos dieron la posibilidad de probar hasta qué punto el público a seguido nuestras canciones e, incluso, las menos conocidas, las sienten entrañablemente.

—Un recorrido musical por exitosos temas de la discografía de Buena Fe fue el concierto del domingo, ¿cómo hicieron la selección?

—El repertorio de ese día fue una selección muy nuestra a partir de la experiencia que tenemos en los conciertos, y ya ves, la gente estuvo parada todo el tiempo, cantando los temas que conocían. Los temas que no conocían o tenían poca intensidad fue para hacer transiciones, para hacer el concierto más corazón a dentro, pero la idea siempre fue cantar entre todos.

—¿Cuáles son los secretos para tantos seguidores y llenar un teatro como el Karl Marx?

—Se debe a trabajar con coherencia, aunque eso hay que preguntárselo al público. Hay que derretirse para que la gente se vaya feliz, contenta. Nunca hemos irrespetado a nuestro público, nos hemos tomado el Karl Marx como ese palacio alto de la música en Cuba, el lugar más excelso, el templo de las tablas. Tratamos de llegar con la garganta lo mejor posible, con los músicos preparados, con las cosas lo más perfectas posibles, con la sonoridad que siempre tenemos. Nos lo tomamos muy en serio.

“Eso ha creado una tradición con los seguidores que, cuando vienen al teatro, saben que disfrutan de un concierto donde les van a decir cosas... Queremos prolongar esa tradición, que este sea un espacio para la familia y los amigos, y que luego de pelear durísimo por las entradas, puedan disfrutar y salir diciendo: ‘¡Qué bien la pasé, qué momento tan importante para mi vida!’”.