“¿Qué es el arte contemporáneo?”, pregúntese por estos días en La Habana, sin miedo a parecer una persona inculta o poco instruida. Pregúntelo en voz alta a aquellos con quienes se tope en un museo o, más probablemente, en las decenas de espacios abiertos de esta capital que serán tomados por artistas “contemporáneos” de todo el mundo durante la XI Bienal de La Habana.
Pregunte porque, en definitiva, cuestionarse incesantemente sobre el qué, el por qué y el para qué del arte que hoy se realiza es una petición de principio de esas expresiones que han sido creadas, y lo siguen siendo, durante nuestras vidas, de ese arte “contemporáneo a nosotros”.
Para los que residen en la periférica barriada de San Agustín, en la capital cubana, la pregunta ha sido obligada ante la meteórica transformación que ha sufrido un enorme edificio en ruinas, y sobre cuyo destino final todos especularon durante años. En ese inmueble de dos plantas que ocupa casi una manzana, un grupo de artistas cubanos y de otras partes del mundo proponen un Museo de Arte Contemporáneo (MAC) pensado desde una perspectiva local, denominado MAC/SAN.
El proyecto se dedica a las prácticas artísticas contemporáneas en el dominio público, promoviendo una constante reflexión sobre ese tipo de arte, desarrollado en el espacio de todos e integrado a la sociedad.
MAC/SAN agrupa 11 obras, una de ellas la propia institución, diseñada físicamente como una estructura arquitectónica sin paredes, con seis letras instaladas en la parte superior que indican la función del espacio y hacen referencia a los típicos rótulos de los museos de arte moderno y contemporáneo.
A nivel conceptual, MAC/SAN pretende explorar preguntas de anclaje local y de respuestas universales, en torno a la significación de un museo del siglo XXI para la comunidad que lo alberga, los aportes que puede hacer el arte a un territorio en materia de patrimonio, urbanismo y medio ambiente, así como la viabilidad de que lugares como este se conviertan en plataformas participativas para construir el futuro, no sólo por parte de los creadores, sino también de los pobladores del lugar y de todos aquellos que se apropien del espacio artístico.
ARTE CONTEMPORÁNEO, ¿ARTE COMUNITARIO?
Artistas, críticos, curadores, subastadores, coleccionistas, públicos... ¿quiénes definen el arte contemporáneo? De la interacción de esos diversos actores ha emergido una multifacética concepción, según explica Terry Smith en el libro What is contemporary art? Smith, profesor de Historia y Teoría del Arte Contemporáneo de la Universidad de Pittsburg, en Estados Unidos, expone que los creadores en este momento del devenir artístico de la humanidad, que podría situarse a partir de 1970, se dedican a un tipo de prácticas diferentes de las hechas anteriormente: realizan un arte basado en las preocupaciones locales y abordan cuestiones como la identidad, la historia y la globalización.
El académico analiza también que las nuevas generaciones de artistas se aproximan a la contemporaneidad mediante indagaciones a pequeña escala acerca del tiempo, el lugar, las mediaciones y la ética; dando lugar a una creación estrechamente conectada con su medio.
El proyecto museístico que se emprende hoy en el barrio de San Agustín como parte de la Bienal habanera, tiene puntos de contacto con esas tendencias. Según explicó en conferencia de prensa el artista cubano Candelario, uno de los protagonistas del empeño y líder del Laboratorio Artístico de San Agustín (LASA), entre las preocupaciones que mueven su quehacer vinculado a la comunidad está que esa periférica zona de la capital aún es concebida como un “barrio-dormitorio”, pues la mayoría de las construcciones son residencias, y casi no existen teatros, cines, galerías u otros espacios tradicionalmente asociados al consumo artístico cultural. De ahí que MAC/SAN surja, entre otras razones, para la expresión y el regocijo de creadores y habitantes del lugar.
ATISBOS A MAC/SAN
Entre las obras contemporáneas desarrolladas en el museo sanagustinense, se encuentra MAC/SAN TV, instalación performática y estudio de televisión que será empleado para proyecciones públicas de audiovisuales y como estudio de grabación abierto a quienes deseen utilizarlo.
Con la premisa de intentar difuminar las fronteras entre el mundo del arte y la industria televisiva, los productos tendrán un fuerte contenido local: se programarán video clips sobre el territorio, reportes “sitiorológicos”, y, de forma singular, vendedores del área publicitarán sus ofertas agrícolas en un concurso que premiará al mejor anunciante con un “carretón” -vehículo empleado para desarrollar su negocio ambulante en la comunidad-, construido por el Laboratorio Artístico de San Agustín.
Como particularidad, MAC/SAN TV transmitirá mediante la distribución de memorias USB, aprovechando un fenómeno muy específico de la Isla, donde el acceso lento y limitado a Internet hace que grandes volúmenes de información, productos audiovisuales y software circulen entre los cubanos a través de esos pequeños objetos.
Por otra parte, el proyecto SAN Café es una plataforma culinaria entre artistas experimentados en cocina internacional y cinco chefs no profesionales de San Agustín, donde se elaborarán platos a degustar por cinco catadores públicos. Además, se exhibirá un mapa que localiza a los vendedores locales de comida y un libro con recetas de cocina.
MicroE111b: La micro-construcción del futuro, es una pieza elaborada por arquitectos artistas que presenta una idea para futuras “autoconstruciones”, donde se combinan resultados investigativos sobre las microbrigadas de la década de 1970 y el movimiento vienés de poblaciones locales de los años ´20.
BIOCUB —comida para artistas- es una obra que involucra al creador con vecinos de San Agustín en la producción de múltiples paquetes de mangos secos, mediante el empleo de secadores instalados en las casas de varios lugareños, y en el techo del edificio MAC/SAN. Tras la Bienal, los secadores serán situados definitivamente en los hogares, y su uso podría permitir el consumo del fruto aún fuera de estación.
Cubil-OH/órgano HU-rbano es un proyecto inspirado en la historia personal de Alexis Dreke, reconocido bailador cubano de Hip Hop en el decenio de 1980 y promotor del movimiento Break Dance en San Agustín. En una mezcla de danza, teatro, video, performance y música, la pieza cuenta la historia de este personaje, e intentará conectar al espectador con la historia profunda del barrio.
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