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lunes, 25 de noviembre de 2024

Abanderados de la cultura y el humanismo

Cubahora conversa con Liliam Mendoza Estrada, presidenta de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, a propósito del Día del Instructor de Arte...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 18/02/2018
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Aniversario 2018 Instructores de Arte
Hoy se celebra el Día del Instructor de Arte, en homenaje a Olga Alonso.

Como “valientes abanderados de la cultura y el humanismo” los definió Fidel en su primera graduación, y se lo decía porque habrían de convertirse, como el mismo dijo, en “formadores de patriotas, formadores de revolucionarios y formadores de excelencias en el arte…”. A aquellos bisoños instructores de arte, el Comandante en Jefe les pidió también que fueran modelo de disciplina, creatividad y ética, porque desempeñarían una labor propiciadora de riqueza espiritual y conocimientos, sobre todo, entre niños, adolescentes y jóvenes.

Más de 14 000 jóvenes integran actualmente este movimiento, nacido el 20 de octubre de 2004 —con la primera graduación de instructores de arte formados en la Batalla de Ideas—, y cuya labor alcanza a millones de cubanos de todas las edades, bien en horario docente o en talleres extracurriculares de apreciación y creación artística, y otras acciones.

Hoy, cuando se celebra el Día del Instructor de Arte, en homenaje a Olga Alonso —una joven que entregara su vida por esta noble profesión, Cubahora conversa con Liliam Mendoza Estrada, presidenta de la Brigada, que los agrupa.

—¿Qué significa ser instructor de arte en los nuevos tiempos que vive Cuba y en una sociedad donde se han diversificado los consumos culturales?

—Si bien el quehacer de los instructores de arte ha evolucionado, siempre ha estado marcado por sus esencias fundacionales. Ser instructor de arte en la Cuba de estos tiempos implica una enorme responsabilidad, pues aunque en los inicios de la profesión el contexto de actuación se limitaba solo al trabajo desde las manifestaciones artísticas, actualmente las miradas son otras. Convertirnos en coordinadores de esfuerzos, promotores y gestores en las comunidades es la única alternativa que tenemos para contrarrestar modelos y patrones de vida foráneos que se han impregnado en nuestra sociedad.

“Seguir generando espacios participativos, atractivos, donde se defiendan las expresiones más genuinas de nuestro patrimonio también es un reto esencial. Desde escuelas, casas de culturas y otros escenarios cada instructor debe hacer suyo el empeño de convertirnos en verdaderos abanderados de la cultura y el humanismo”.

—¿Consideras que tienen claro los instructores de arte esa misión? ¿Son artistas, maestros, o ambas cosas?

—Primero la gente se tiene que identificar con la profesión, si eso no está claro el camino se pierde. Creo que mi respuesta serían las palabras del Comandante en Jefe cuando en la primera graduación de nuestra especialidad expresó: “…son artistas de la hermosa profesión de enseñar arte al pueblo”. Y la satisfacción profesional tiene que radicar precisamente en la formación de unidades artísticas, en el desarrollo de talleres y dinámicas socioculturales, así como en las capacidades estéticas y los valores cívicos y morales que se impregnen en cada individuo con el que se interactúe.

—Luego de varios años de inactividad docente comenzó de manera experimental una nueva etapa en la formación de instructores de arte…

—Definitivamente, al no sostener una formación y haberles dado la posibilidad a los graduados de la promoción del 2000 de haber optado por otras carreras en sus estudios universitarios, el éxodo de instructores ha sido cuantioso. También, problemas en la orientación del perfil dentro de la formación, así como contradicciones en el propio ejercicio profesional hicieron necesaria esta nueva etapa de formación.

“Hay que partir del principio de que se trata de algo experimental, que tiene como objetivo principal la formación de una nueva generación de profesionales integrales que utilicen las manifestaciones del arte solo como un recurso, pero que sepan coordinar, movilizar y convocar los saberes y esfuerzos de los disímiles actores en las comunidades. A diferencia de ediciones anteriores, este curso comenzará con alumnos egresados del nivel medio superior.

“Contamos con ocho provincias que han abierto la formación, su techo académico son el Centro Nacional de Escuelas de Arte (CneArt) del Ministerio de Cultura, y la matrícula actual es de 255 estudiantes. Las especialidades en las que se cursa son las de Música, Danza, Teatro, Artes Visuales y Literatura. El audiovisual es una especialidad común para todos los estudiantes durante toda la formación”.

Liliam Mendoza

Liliam Mendoza Estrada, presidenta de la Brigada (Abel Padrón Padilla / ACN)

—La atención cultural de la población cubana demanda hoy más eficiencia y calidad en las acciones comunitarias, y es en ese escenario también donde el instructor de arte debe desempeñar un mayor rol. ¿Cómo se hace?

—Se desarrollan talleres y se coordinan proyectos culturales; participamos en la programación cultural de escuelas y casas de cultura con peñas y espacios fijos, desarrollamos actividades caracterizadas, presentaciones artísticas…; y el fin de eso es llevarle el arte al pueblo, a las comunidades, incluso, de difícil acceso. Igualmente se contribuye al desarrollo cultural de las localidades con propuestas novedosas cercanas a las nuevas tendencias del arte y la cultura.

“También seguimos desplegando los proyectos de intervención Acércate Más en centros penitenciarios y la Guerrilla 50 Aniversario, la cual fue creada tras los golpes de los huracanes Gustav, Ike y Paloma, en septiembre de 2008, y que ahora cuando Irma tuvo un papel fundamental para levantar la espiritualidad de cuantos han sido afectados. El aporte principal es la sistematicidad con que se realizan los procesos y la marcada distinción humanista de cada uno, así como también el descubrimiento de las potencialidades que tienen nuestros barrios y brindar a la población una propuesta cultural de calidad, sin olvidar sus intereses, necesidades, diversidad de gustos y tradiciones.

—La creación de la Brigada de Instructores de Arte José Martí fue un sueño de Fidel, ¿en qué medida han cumplido con las misiones que le han encomendado, a casi 15 años de creada?

—El 20 de octubre del 2004, en la Primera Graduación, Fidel dejó oficialmente creado este movimiento: “Esta fuerza juvenil quedará organizada como la Brigada de Instructores de Arte José Martí. Funcionará en cierta medida como un movimiento juvenil y como un ejército de la cultura, cuyo teatro de operaciones fundamental aunque no único, es la escuela”, dijo ese día. Desde entonces, nuestro principal propósito ha sido agruparlos y organizarlos para cumplir con las misiones de Fidel.

“Considero que hemos venido saldando un tanto los retos de los momentos iniciales, hoy contamos con espacios para el debate y la superación de los brigadistas y se consolidan los principales procesos que desarrollamos. Ahí está, por ejemplo, el Concurso Escaramujo (espacio de identificación, promoción y reconocimiento de los mejores resultados de la labor artística y pedagógica del instructor) y el Taller de Experiencias (evento de socialización del quehacer del instructor), lugares en los cuales el instructor interactúa.

”No obstante, la consolidación de nuestras estructuras a todos los niveles y la identificación de los instructores con el movimiento sigue siendo un asunto de permanente atención. Tenemos que soñar una brigada diferente y ser más propositivos, pues la esencia de este movimiento está en movilizar, aglutinar, en articular más y mejor sus iniciativas. Tenemos que hacerlo con creatividad y espíritu transformador, siempre tocando el alma de las personas.

”El 20 de octubre del próximo año arribaremos a los 15 años de la brigada. Para muchos en el plano personal ese número implica la llegada de la mayoría de edad o el florecimiento de la persona; en nuestro caso creo que ocurre lo mismo. Ya no somos los jóvenes graduados inexpertos, definitivamente hemos crecido. En la actualidad tener instructores de arte como directores municipales y provinciales de cultura, en las casas de cultura, en instituciones centrales del Ministerio de Cultura o tan solo con responsabilidades en el sistema educativo, ilustra la valía que hemos tenido.

”Si una misión tenemos en esta etapa es precisamente seguir consolidando la identificación con la profesión. Con ella, a su vez, generar espacios constantes de diálogo y superación, la atención al desarrollo cultural de las comunidades y la exaltación de los valores más genuinos del patrimonio de la nación. Todo eso tenemos que hacerlo desde el lugar que nos corresponde y con profundas bases éticas y morales, pues el espacio tú lo vas a encontrar demostrando, con seriedad y sacrificio a tu labor, siempre que muestres que tienes deseos de trabajar y de hacer”.


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Yuniel Labacena Romero


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