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lunes, 18 de noviembre de 2024

Matías ... ¡Eso sí fue volar!

Aseguran las malas lenguas que aquel 29 de junio de 1856 el intrépido nauta salió huyendo de una dama insoportable...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 28/05/2016
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En cualquier paraje cubano, lo mismo en la pinareña playa de María la Gorda que en el habanero barrio de Vieja Linda, cuando alguien —o algo— desaparece repentinamente, se afirma que “voló como Matías Pérez”.

¿Quién es el personaje de la tan traída y llevada frasecita? Pues dígase que fue un intrépido hijo de Portugal, y que originó la frase hace dieciséis décadas, en esta muy ilustre San Cristóbal de La Habana.

Exmarino, su habilidad en el trabajo con las lonas de las velas iba a asegurarle aquí una desahogada posición económica.

Ciudad de sol achicharrante, era común en La Habana que los comercios se resguardasen con toldos multicolores. Y pronto el inmigrante es conocido como El Rey de los Toldistas.

El sueño de Matías

Si bien eran su modo de ganarse los frijoles cotidianos, los toldos no constituían para Matías Pérez la apasionante razón de su vida.

Antes, había sido navegante de la mar, y en navegante se iba a tornar nuevamente, ahora en las insondables inmensidades de los aires. Cuando llega a esa convicción, ya el portugués está en el camino que iba a convertirlo en un mito.

El 29 de junio de 1856 no hay en San Cristóbal de La Habana vecino con capacidad de locomoción que no se dirija, apresurado, al Campo de Marte, ese espacio capitalino que hoy llamamos Parque de la Fraternidad.

Matías Pérez, en el globo Villa de París, se dispone para una ascensión en verdad definitiva, que empequeñecerá a las precedentes y a las por venir.

El más definitivo de  los vuelos

Dígase de una vez que el nauta portugués Matías Pérez despegó gallardamente... para no regresar jamás. Y, al cabo de una búsqueda infructuosa, se transformó en leyenda.

Según algunos aficionados a la chismografía, que caminaban con cuidado para no pisarse la lengua, todo había sido un hábil simulacro del toldista. Sí, una engañifa calculada, para escapar con una amante, y perder de vista a su peleona e insufrible mujer.

Y los pescadores empezaron a jurar que veían, en noches de borrasca, al globo fantasmal y a su navegante, siempre soltando lastre, para subir más y más.

Lo cierto es que, casi al cabo de más de siglo y medio, en Cuba, para describir a quien hace mutis sin regreso, se evoca al portugués intrépido: “¡Voló como Matías Pérez!”.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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