Haga la prueba usted mismo. Pregunte a familiares y amistades a quiénes consideran ellos una persona culta. En las respuestas no faltarán, en lugar cimero y exclusivo, las personas fuertemente vinculadas a las artes y la literatura.
Es el momento preciso para otra pregunta: ¿y las ciencias están o no vinculadas a la cultura humana? Es más… ¿puede existir la cultura desligada de las ciencias?
Si hace esa consulta estoy seguro de que no pocos de sus interlocutores lo mirarán de abajo hacia arriba preguntándose si la locura ha alcanzado su cerebro.
Momento adecuado para invitar a sus interlocutores a leer la opinión de José Martí sobre el particular. Para el Maestro… ¿la cultura tiene como base exclusiva el conocimiento amplio sobre el desarrollo y la historia de las artes y la literatura universal?
Leamos a Martí en el diario La Opinión Nacional, de Caracas, el 22 de mayo de 1882, Sección Constante:
[…] sobresale el discurso del profesor Huxley sobre “La ciencia y la cultura” en que el profesor discute y fija cuál ha de ser la cultura de estos tiempos, y cuál es su objeto, y si ha de ser principalmente literaria, o principalmente científica. De gran aplicación sería ese discurso en nuestras tierras, cuyos mayores males vienen tal vez de que la masa de hombres inteligentes, llamados a dirigir, reciben una educación, no sólo principalmente, sino exclusivamente literaria. Por descontado, Huxley rompe lanzas con aquellos ingleses que creen que para ser hombre culto no es necesario estudiar más que bellas letras y no bellas letras modernas, sino las griegas y las latinas; por lo cual miran al que sabe de Teócrito y de Ovidio como a ilustradísimas personas, aunque ignore las leyes del comercio moderno, o los oficios industriales de una planta, o las leyes que regulan la marcha de las instituciones en los pueblos; y ven con malos ojos, y como de superior a inferior, a uno que sabe de física y de historia natural, y de industria, y de agricultura, y de comercio, y de mecánica, y de toda la varonil y magnífica poesía que cabe entre ellas, y viene de ellas, pero no recita de memoria por desdicha, y con el debido tono y acento, las Geórgicas y las Bucólicas.
¡Razón de sobra tiene en su campaña el profesor Huxley! Un hombre de estos tiempos nutrido exclusivamente de conocimientos literarios, es como un mendigo flaco y hambriento, cubierto con un manto esmaltado de joyas de riquísima púrpura. A Neso, lo devoró su túnica: y a nosotros este manto esmaltado de joyas. (José Martí, OC 1975, T XXIII, pp. 301-302).
A más de un ciberlector de Cubahora le parecerán muy extraños estos planteamientos martianos. No están acostumbrados a leer ciencia en José Martí. No los culpo. Algo parecido sucedió con el compilador de la Obra Completa de José Martí cuando en el Tomo 27 —la Guía— en el análisis sobre el volumen 13, el autor plantea textualmente:
“Ciérrase este volumen 13, en la parte LETRAS, PINTURA Y ARTÍCULOS VARIOS con valiosos trabajos de Martí sobre la vida cultural y artística en los Estados Unidos. Mientras que su trabajo Gran exposición de ganado sorprende por sus insospechados conocimientos agropecuarios, así resulta también especialmente curiosa su carta del 28 de noviembre de 1890 a La Nación, Una exposición de flores, donde igualmente ofrece sus insospechados conocimientos de floricultura…”. (José Martí, OC 1975, T. 27, p. 124)
Para no pocas personas, antes y ahora, resultan extraños los conocimientos científicos en los llamados “hombres de letras”.
Más extraña aún es la confesión que escribe a la niña María Mantilla en Cabo Haitiano, el 9 de abril de 1895, pocas semanas antes de morir.
“Leo pocos versos, porque casi todos son artificiales o exagerados, y dicen en lengua forzada falsos sentimientos o sentimientos sin fuerza ni honradez, mal copiados de los que los sintieron de verdad. Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia…”. (José Martí, OC 1975, T 20, pág. 218).
Y muy difícil hallar un poeta que haya dedicado tiempo y esfuerzos a crea una revista para niños en la cual los conocimientos científicos no quedan relegados, sino que se hallan en planos destacados.
Eso, precisamente, hizo el poeta José Martí en las cuatro entregas de su revista La Edad de Oro. Y para no atiborrar a los ciberlectores de Cubahora con multitud de muestras de artículos divulgadores de la temática científica, solamente les propongo que lean la última página de ese hermoso libro. Ahí encontrará qué fue lo que más lamentó Martí al verse obligado a renunciar a la dirección de la citada obra. ¿Quizás, no haberles podido enseñar a los niños y niñas cosas hermosas y curiosas de las artes?
Pues no. Leamos al Maestro:
“Y así es el hombre de la Edad de Oro, que en cada número quisiera poner el mundo para los niños, a más del corazón: pero en la imprenta dicen que el corazón cabe siempre, y el mundo no, ni el artículo de La Luz Eléctrica, que cuenta cómo se hace la luz, y qué cosa es la electricidad, y cómo se enciende y se apaga…”.
Este periodista pregunta a sus ciberlectores si conocen en sus respectivos países algún poeta que haya escrito para los niños y las niñas, no solo versos o canciones, sino, además, artículos donde haya divulgado las ciencias. En “La última página” (José Martí, OC. 1975, T 18, p. 502) Martí se dolió por no haberles podido mostrar a los pequeños lectores de La Edad de Oro su artículo acerca de la electricidad, que en el siglo en el cual vivimos, equivaldría a describir y explicar de manera sencilla el mundo multifacético de Internet y las computadoras.
A propósito no solo del Día de la Ciencia, que celebramos en Cuba cada 15 de enero, sino, además, por cumplirse este año el 160 aniversario del nacimiento del Maestro (28 de enero de 1853) resulta oportuno y necesario profundizar en el por qué de los conocimientos científicos de Martí y la importancia que le dio al tema en su corta vida.
Asuntos interesantes pudieran ser los siguientes: los libros de ciencia que Martí soñó escribir, cuáles obras científicas leía poco antes de caer en combate, las decisiones que tomó sobre divulgación científica cuando fue director de órganos de prensa, sobre su primer artículo periodístico-científico a los 22 años de edad, la tesis martiana donde planteó que los poetas son profetas de la ciencia…, en fin. En el Día de la Ciencia, Cubahora pone sobre el tapete la posibilidad de que sus ciberlectores soliciten tan curiosos temas. Ustedes toman la decisión.
Nuris
20/3/13 13:51
Que bueno que se divulge la obra de Martí de esta manera y se entienda que el mundo es único y diverso y que el conocimiento (y la cultura) no es exclusivo de nada o nadie.
Jorge A. Luis Machín
21/1/13 1:41
ESTIMADO ALEXIS, HAY HOMBRES QUE SE ADELANTAN A SU ÉPOCA. MARTÍ TIENE EL MÉRITO DE SER UNO DE ELLOS, SIN HABER PERDIDO PARA NADA SU CONTEMPORANEIDAD EN NINGÚN MOMENTO. ¡NI DURANTE TODA SU VIDA, NI DESPUÉS DE ELLA! ÉL EXPRESÓ: "¿PARA QUÉ, SINO PARA PONER PAZ ENTRE LOS HOMBRES, HAN DE SER LOS ADELANTOS DE LA CIENCIA?" En "Postrimerías del verano. Principales sucesos" La Nación. Buenos Aires, octubre 4 de 1887. O.C. 11:292
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