La sal común o sal de mesa se compone de sodio y de cloro, siendo llamado este compuesto cloruro de sodio.
El organismo humano necesita determinadas cantidades de sodio para su correcto funcionamiento pues ayuda a la fisiología de los músculos y los nervios así como a mantener en adecuado equilibrio a los líquidos corporales.
También es parte de la sal. Pero además, es incluido en otras mezclas usadas para dar sabor y preservar los alimentos.
La cantidad de sodio corporal adecuada es controlada por los riñones. Cuando se ingiere en demasía también es probable un aumento de la presión sanguínea.
Sin embargo, está menos claro si una dieta salada también generaría mayores riesgos de accidentes cerebrovasculares.
OTROS SERIOS PROBLEMAS
A diferencia de la presión sanguínea, rápidamente modificable, los accidentes cerebrovasculares son complicaciones de largo plazo. Por eso, estudiar la relación entre el consumo de sodio y su riesgo de sufrirlos es más difícil.
Para precisar lo anterior se realizó un estudio en la Escuela de Medicina de la University of Miami y publicado en la revista Stroke en 2.657 adultos. En promedio todos ellos tenían 69 años al inicio de la investigación.
Se pudo demostrar en 10 años de seguimiento cómo quienes consumían mucho más sodio del recomendado eran casi tres veces más propensos a sufrir un accidente cerebrovascular en relación a los cumplidores con lo aconsejado por la Asociación Estadounidense del Corazón.
Esta Asociación sugiere limitar la ingestión de sodio a no más de 1.500 miligramos diarios.
Los neoyorquinos del estudio consumían habitualmente cantidades muy por encima de esas recomendaciones, promediando los 3.031 miligramos de sodio diariamente.
En los siguientes 10 años, se registraron 235 accidentes cerebrovasculares en el grupo. Quienes ingerían al menos 4.000 miligramos de sodio al día, al final del estudio eran casi tres veces más proclives a padecer un accidente cerebrovascular en relación a aquellos que mantenían su consumo por debajo de los 1.500 miligramos.
PERSONAS CUIDADOSAS
En general, para disminuir el consumo de sal se deben evitar los alimentos procesados y las comidas fuera de la casa.
Al comprar alimentos se deben esquivar los enlatados y procesados, como chorizo, mortadela, salami, jamón, sopas enlatadas o de sobre, cubitos de caldo, salsa de soya y ketchup, pepino encurtido y aceitunas.
Como meriendas dar preferencia a las frutas en vez del pan y las galletas saladas.
Se deben leer cuidadosamente las etiquetas y comprar solo aquellos productos señalados como “reducido en sodio,” “bajo en sodio” o “sin sodio”.
En la cocina casera como sustituto de la sal darles sabor a las comidas con hierbas aromáticas y especias.
Y por supuesto, eliminar el salero de la mesa.
Para bien de la salud, evitar la sal es otra forma de eludir peligrosas enfermedades.
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