sábado, 20 de abril de 2024

De qué forma la bondad protege nuestro cerebro

Si nuestro cerebro tiene programado que actuar con compasión y bondad es necesario y es nuestra tendencia natural y genética, ¿por qué hay quien no llega a interiorizarlo y hace todo lo contrario?...

Alberto Jesús Quirantes Hernández
en Exclusivo 22/10/2018
7 comentarios
Bondad
La bondad es contagiosa y es el mejor ejemplo para tus hijos y sus acciones futuras.

Nacemos “programados” para ser bondadosos, porque por instinto sabemos que la bondad es buena para nuestra salud. Es una actitud contagiosa.

Todo acto dirigido a hacer el bien se revierte en nuestra salud mental, y no solo es un modo de crear ambientes de mayor sensibilidad y respeto hacia nuestros semejantes y hacia nosotros mismos.

La bondad y la compasión encienden estructuras cerebrales tan poderosas como el sistema límbico. Por eso una persona compasiva es más intuitiva, más receptiva y más consciente de todo lo que le envuelve. Y, por supuesto, todo eso lo lleva a progresar en la vida de manera evidente pero con total tranquilidad de conciencia. La recompensa por hacer el bien le llega de alguna manera, a veces inesperada.

PERO PASAN COSAS

El cerebro de todos los seres humanos está programado genéticamente para hacer el bien. Lo que ocurre es que en el día a día tienen más peso otras tendencias biológicas desvirtuadas, como pueden ser la envidia o el rencor.

Pero aunque sobre nuestras espaldas pesen unas cuantas decepciones y desengaños, hay un aspecto que para todos está claro: vivimos mucho mejor si mantenemos una buena relación entre nuestros innatos sentimientos bondadosos y lo que hacemos con ellos.

LA PROGRAMACACIÓN NATURAL EN NUESTROS CEREBROS

Nuestros cerebros entienden que la bondad es importante y la humanidad está genéticamente programada para hacer el bien y desde nuestro nacimiento llegamos al mundo con un “programa” instalado para practicar la bondad, porque ese sentimiento nos permite sobrevivir como especie.

Los actos bondadosos nos permiten comprender que no estamos solos y que tenemos muchas más opciones de sobrevivir al contar con un grupo de apoyo que estando en soledad.

Las personas somos empáticas por naturaleza, porque con ello conseguimos identificar necesidades propias y ajenas, y de este modo se facilita la cooperación y ayuda grupal y se garantiza la supervivencia del ser humano como grupo. Queda incluida la bondad hacia los animales.

NO SIEMPRE SE CUMPLE

Esto no siempre se cumple. Si nuestro cerebro tiene programado que actuar con compasión y bondad es necesario y es nuestra tendencia natural y genética, ¿por qué hay quien no llega a interiorizarlo y hace todo lo contrario? ¿Por qué las acciones bondadosas no son tan comunes como desearíamos?

Ciertamente, el comportamiento de muchas personas hasta el día de hoy no ha hecho más que poner en riesgo el equilibrio de nuestro planeta. Y es que la forma en que están construidas nuestras sociedades nos inclina más al individualismo que a la conciencia de grupo. 

Cuando empezamos a pensar en términos de intereses propios, nuestra balanza biológica se inclina entonces por la envidia, la rabia, la violencia y la competición, nunca hacia la bondad.

El deseo de propiciar el bien no es útil si lo que se desea es alcanzar más riquezas, más poder, más reconocimiento social, al precio que sea.

Resulta algo deprimente llegar a darse cuenta de que actitudes como el rencor, la envidia o el estrés de la competición continua, afectan a nuestra salud física y mental.

A la larga y con un grado enorme de decepción, actuar o sentir de este modo o verlo hacer, no es lo adecuado, porque nos distancia de nuestra razón de ser.

LA BONDAD BIEN ENTENDIDA

Practicar la bondad con inteligencia y buen cálculo cuida de nuestro cerebro. No se trata de quedarnos sin nada por darlo todo, sino de ofrecer lo que se pueda pero con un verdadero espíritu bondadoso y altruista. No se trata solo de objetos materiales. A veces basta con dar un consejo oportuno, hacer un pequeño favor o una respuesta educada y cortés.

Nuestro cerebro sabe muy bien que esas tendencias biológicas hacia los actos negativos nos impiden una buena relación con los demás y nos lleva a la larga a una desesperante soledad, que tanto daño le hace a quienes la padecen, casi siempre por su propia culpa.

Aunque en nuestro medio no veamos las necesarias acciones llenas de respeto y de bondad auténtica, no por eso debemos claudicar y, menos aún, imitar esa misma inhumana conducta.

La bondad es contagiosa y es el mejor ejemplo para tus hijos y sus acciones futuras, incluidas aquellas hacia la propia familia, y el mejor modelo para quienes nos rodean.

Los buenos actos, aunque sean pequeños, hacen mucho, y si todo el mundo practicara la bondad cotidiana, veríamos excelentes resultados a largo plazo en nuestro bienestar.


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Alberto Jesús Quirantes Hernández

Profesor Consultante y Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente Dr. Salvador Allende en La Habana, Cuba.

Se han publicado 7 comentarios


Manolin
 26/10/18 12:51

Lo cierto es que nuestro cerebro no esta "diseñado" para nada en particular. Uno aprende por el camino

Carlos de New York City
 28/10/18 11:56

COMENTARIO : 

 " la Verdad que si me cayera en un Hueco , como me e cahido , como ser Humano , me alegro muchisimo que nunca de las cahidas se hubieran produccido delante de TI , " ya que tu pasarias por mi lado sin darte cuenta de mi Precensia y llamada de auxilio" " cada ser Humano Dicta sus palabras desde lo mas hondo de sus sentimientos y replican como una Campana lo que su conciensia Humana y Justicia determinara para sus acciones"  Palabras Dichas, pensamientos al aire,es Como Radio reloj cuando dice la Hora, Ya no hay vuelta de Hojas ni de Justificasiones.

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Marta Rosa
 25/10/18 18:03

Creo que todos coincidimos con Rosa. Y añado que los que maltratan a los infelices animales como para deshogarse de la impotencia y miedo que tienen hacia  los demás, también debería leer este artículo. Y si son tan guapos pues que vayan al zoologico y se mtean dentro de la jaula de los tigres y prueben a maltratarlos

Zoila
 24/10/18 17:09

Al primero que deben hacerle leer y repetir hasta que se aprenda de memoria este artículo es al chofer del ómnibus que no quiso abrirle la puerta a una minusválida en una silla de ruedas a pesar del ruego de muchos pasajeros y que salió hace pocos días en nuestra prensa. Y también a muchas personas más.

Lic Ramos
 23/10/18 17:00

A michísimas personas le convendría mucho leer, interiorizar ye inmediatamente poner en práctica el contenido de este magnífico y tan humano artículo.

René
 22/10/18 15:43

Magnífico este nuevo artículo del Dr. Quirantes. Magistralmente toca en las cuerdas más sensibles del ser humano.

Carlos de New York City
 22/10/18 8:21

" Y que facil es Respetar ,y Dar amor al projimo , a la Vida , a los animales , bosques y en general.... a toda la fauna, a la Naturaleza. Y asi ,nos quedara mucho mas amor para uno mismo. Para nuestra familia y ante ,para mi misma Palabra,esta es sagrada de todo corazon....

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